Y mi primera toma de cont

La entrada a Shamiàn Dao es preciosa, reliquia del pasado colonial británico y francés, de 1km. de ancho por 500mts de largo, con unas pequeñas avenidas de verdes jardines con altos árboles y hermosos cantos de pájaros. Apenas circulan vehículos y es perfecta para perderse entre sus pequeñas callejuelas transversales en las cuales se pueden encontrar algunos cafés, puestos de revistas y comidas. No es el lugar ideal para los mochileros porque los pocos hoteles que existen son bastante caros. Pero para una toma de contacto con el lugar me viene fenomenal por un par de días. Al anochecer cené en un puesto callejero mi primera comida cantonesa, muy económica: sopa de fideos con carne (tang fan) y pescado de río con arroz y una botella grande de agua (12.8¥) = (1CNY = 12cts.), es decir, todo me costó 1,55€.
A las 8 de la mañana siguiente comienzan a golpear las paredes del hostal unos trabajadores que hacían reformas. Pues a la calle. Aún con el cansancio encima y el resto del estrés que me traía de casa y del avión, el primer objetivo era ir al banco a cambiar parte de mi presupuesto en Yuanes. En una placita un grupo de vecinos de avanzada edad comenzaban la mañana con sus lentos movimientos "de calentamiento" de Tai Chi, balanceándose, girando y empujando el aire, y otros realizando profundas inspiraciones y tensando los músculos practicando el Gong Fu (kung fu).
A las 8 de la mañana siguiente comienzan a golpear las paredes del hostal unos trabajadores que hacían reformas. Pues a la calle. Aún con el cansancio encima y el resto del estrés que me traía de casa y del avión, el primer objetivo era ir al banco a cambiar parte de mi presupuesto en Yuanes. En una placita un grupo de vecinos de avanzada edad comenzaban la mañana con sus lentos movimientos "de calentamiento" de Tai Chi, balanceándose, girando y empujando el aire, y otros realizando profundas inspiraciones y tensando los músculos practicando el Gong Fu (kung fu).

Las viejas callejuelas estrechas dan un olor y color muy original al igual que muchos habitantes en las puertas de las casas, agrupados, compitiendo en diferentes juegos de mesa. Algo más arriba una enorme Iglesia del Sagrado Corazón (Shishi Jiaotang) de granito y estilo gótico, con doble torre de 58mts. de altura, construida en 1860; seguidamente el Templo Taoista Wuxian Guàn (de los 5 genios), enclavado en el interior de una cueva que alberga una campana de 3mts. de alto, 2mts. de diámetro y 5.000Kg de peso; y la Mezquita Huáisheng (memoria del Santo), del año 627, con un enorme Minarete (Guang Ta) en su interior, de 26mts. de altura.
En las calles aledañas al Templo de los Seis Ficus (Liùróng Si), con su pagoda octogonal (Huata) de 55mts. de altura en ocho pisos -cada uno con sus puertas y balcones circulares-, pero que una vez en su interior se comprueba que realmente son 17, y es la que más gente atrae-. Colgados en un tablón de anuncios se pueden ver las hojas del periódico del día en el cual decenas de ciudadanos se congregan ordenadamente para leerlos. Al lado, el Templo Guangxiao Si, es uno de los más antiguos (400 a.C.) y atractivos y que posee numerosas figuras en oro y labradísimas ventanas de madera y celosías.

Poco antes de que cerraran me dirigí al gran Parque Paisajista Yuèxiu Gongyuán (11Y) con tres lagos artificiales, siete colinas, esculturas de roca como el obelisco de granito y mármol erigido a Sun Yatsen y con una variada vegetación de especies tropicales, piscinas, estadio, restaurante, cine al aire libre, dominado todo por la torre o pagoda roja de cinco pisos Zhènhai Lóu, “mirando al mar”, coronado cada uno con un tejado de voladizo. Los ancianos se reúnen aquí para charlar bajo las jaulas de bambú de los ruiseñores que han sacado a pasear y han colgado de las ramas, para caminar o para hacer gimnasia. Es tan grande y tan relajante que se puede pasar en él todo un día entero.
Intentando volver dirección S. hacia mi hostal me perdí por las calles e infinitas callejuelas durante varias horas hasta que conseguí llegar hasta el río, para mí única referencia, mareado y muy cansado de tantas vueltas. Cené en uno de los puestos del mercado de la estación de guaguas situada junto al río una buena sopa de pasta (Tang fan). Y de camino, una litrona Tsingtao (5Y) que compré en un puesto callejero para beberla en la habitación mientras escribía estas letras a las doce de la noche.
Al siguiente día la lluvia me impidió salir temprano. A las 12 dejé mi mochila en consigna del hostal y me dirigí a pasar el día cerca de la principal zona comercial, entre las calles Beijin Lu y Zhongshan, resguardándome de la lluvia en la “acondicionada” planta superior de un McDonald leyendo algo del país y viendo a través de las grandes cristaleras como se mueve esta gente de tienda en tienda y comprando compulsivamente “la moda”. Tras la lluvia salí a caminar la zona e intentar comprender poco a poco a esta, para mí, muy extraña cultura.

Pero lo que realmente busco es el auténtico paisaje chino, el campo. No la ciudad, aunque algunas de ellas entran en mi ruta como los barrios viejos y el resto cultural que haya podido quedar.
Cuatro horas antes de la salida del bus hacia el N. mientras esperaba en una de las paradas junto al canal que me llevara a la estación subí a una guagua en dirección contraria. Se detuvo tras casi hora y media de trayecto, de noche y bajo una copiosa lluvia en un barrio al O. de la ciudad. No lo podía imaginar!!. El chofer me confirmó mi error, pero en pocos minutos volvería a salir hacia la dirección correcta. Y llegué a tan solo media hora de partir.
28/9 – La estación de guagua está muy bien delimitada y los nombres y números están en escritura china y pinyin. Es cuestión de aprenderlo a interpretar, por lo tanto hay que comprar un buen diccionario. En ese anochecer la lluvia caía cada vez más fuerte lo que hizo acontecer una triste despedida en mi primera incursión en este inmenso país por lo poco que podía apreciar a través de las ventanillas. Las carreteras están bien cuidadas.
Abandoné el Estado de Guangdong para entrar en el de Guangxi. Amanecí en el bus, por lo que aproveché para seguir buscando información en las hojas que he bajado de internet acerca de China. Paramos en el cruce con la carretera que entra en Yangshuo para que desciendan algunos pasajeros, y mientras el bus continúa se ve allá abajo el río Li Jiang y el pequeño poblado a su orilla. Es precioso, situado entre innumerables picos y montañas cársticas que recuerdan a la dentadura de un dragón, y que sirvieron tantas veces de modelo a los pintores chinos. A estos montículos que parecen que se alzan como agujas de rocas los poetas clásicos han puesto nombres tan sugerentes como: “Camello Cruzando el Río”, “Pincel de Escritura Mágica”, “Marido Expectante” o “Poderoso León sobre una Carpa”. Atravesamos llanuras donde se desarrolla plácidamente la cultura local interrumpidas constantemente por plantaciones de arroz, de cañas de azúcar o bambú, búfalos de agua, chiles rojos, enormes arboledas, y cientos de colinas de las más extrañas formas. Una eterna sucesión de montañas se confunde en el horizonte con el cielo.

Ésta es una ciudad bastante grande, tiene varios interesantes lugares para visitar, como las hermosas colinas cársticas que la rodean, un precioso parque o la enorme y coloreada Cueva de las Flautas de Juncos (Ludi Yán), con fantásticas estalagmitas y estalactitas. El único problema es que es el principal destino turístico por lo que no me parece adecuado quedarme, debiendo buscar otro lugar para pasar esta semana sin moverme y que no me afecte el overbooking general que inevitablemente sucederá.

Aprovechando que hay poco turistas consigo una habitación a buen precio. Por las tardes cuando llegan los cruceros desde Guilin y desembarcan los pasajeros (4h.) todo está muy concurrido, a veces agobiante, pero nada más cenar montan en guagua y regresan a sus lugares de procedencia, volviendo la paz y tranquilidad al lugar. Alquilé una bici, que son muy económicas aquí (medio día = 6Y) para recorrer todo el entorno.
A 8kms., dirección S., encontré cerca de un longevo Baniano/Ficus (casi 1.500 años de antigüedad) la Colina de la Luna (Yuèliàng Shan) con una altura aproximada de 1.500 escalones!!, en la que destaca un gran agujero en lo alto de la montaña visible a mucha distancia. Y desde su cima se puede apreciar en todo su esplendor una de las comarcas que los chinos califican como la mas bellas del mundo, entre los verdes y amarillos de los arrozales, el serpenteante cauce del río Li, los picos y las casitas dispersas.



Al enterarme de una posible ruta a pie, una mañana volví a Xing Ping y pedí que me llevaran en barca hacia la otra orilla para comenzar a caminar durante varias horas, cruzando el río nuevamente al acabarse el camino, mediante una piragua que tenía un viejito que vivía de esto. Aunque me colé entrando por un lateral, me trincaron a la salida haciéndome pagar el ticket de visita (5R).

Aparte de las excursiones, pasear por Yangshuo al atardecer, ver caer el sol sentado en una de las mesas en la orilla del Li Jiang, o subido en la Colina del Loto Verde con una hermosa perspectiva de 360º sobre todo el valle, comer en el mercado, tomar una cerveza (piyiú) en las terrazas de algún bar de cualquier calle, es absolutamente conmovedor. Incluso para hacer amistades porque mucha gente joven se me ha acercado para charlar, ya que están aprendiendo inglés, y es una buena oportunidad para practicar.
En algunos de los restaurantes de las afueras comí rata de campo (laoshugán) con verdura, chili y arroz, pescado de río a la cerveza (píyiu yú), y en los puestos callejeros me hinché a Chow Mein, mis pastas preferidas: fritas con verdura y salsa de soja.
Subiendo hacia las Montañas
8/10 – A las 8 de la mañana viajaba en bus dirección Guilin para, desde allí, coger otra que se dirige a Longsheng y detenerme para pasar unos días en Ping'an, un poblado tradicional Zhuang con las terrazas de arroz (Espinazo del Dragón) más impresionantes del país. Durante más de media hora estuve caminando por las calles de Guilin, desde la estación pequeña hasta la de largo recorrido, preguntando en chino... “ch’i ch’e dchan?” “ch’i ch’e dchan?” (¿estación de guaguas?), pero volvía a encontrarme con las mismas costumbres chinas de no hacer el mínimo esfuerzo por entender al foráneo, aún habiendo aprendido a pronunciar la frase gracias a un pibe que me había enseñado a decirlo correctamente!; pero al final llegué, no sin antes haber conseguido hacer reír a algunos paisanos. Y es que en China todo es tan diferente que incluso la comunicación con la gente es más difícil y complicada que en cualquier otro lugar del mundo que yo haya visitado. Ni el lenguaje de gestos ni el facial. No hay complicidad ni empatía. No sabía si quien me miraba me entendía o no, si se reía conmigo o de mí, si sentía alegría o pena, pues sus códigos de gestos faciales hasta esos momentos no los podía entender. Me parece una gente de rostro sordo y mudo. Siento una extraña pero a la vez prodigiosa sensación de parecer un extraterrestre entre miles de caras iguales.
Tras 2h. de recorrido entre baches y curvas, me bajé en el cruce con Hépíng para coger otra más pequeña, abarrotadísima, que luego de media hora paralelo al río, con unas bucólicas vistas rurales y radicales curvas, y de una nueva carretera, se detuvo en la entrada del poblado Ping'an. Hay que pagar 30R por entrar en el lugar. Un camino empedrado conduce a su interior, y tras atravesar un puente de madera cubierto, sobre un riachuelo, se llega a un cruce de caminos d
onde están los hostales. Son muy bonitos, construidos de madera con techos de teja gris oscuro y con unas inmejorables vistas a las terrazas de los arrozales. Algunos turistas chinos han preferido ir montados en sillas de bambú transportados por dos hombres/taxis a la antigua usanza. Mi habitación, por 15R (1'5€), tiene dos camas, pero sin las vistas, ya que las mejores estaban ocupadas por un grupo de australianos. Otros hostales ofertan habitaciones igualmente a 15R con cena, pero sin las vistas que tiene la súper-terraza donde me puedo sentar a beber, comer o leer en sillas de bambú. Al atardecer baja mucho la temperatura y, a veces, las nubes. El lugar impresiona muchísimo.
En algunos de los restaurantes de las afueras comí rata de campo (laoshugán) con verdura, chili y arroz, pescado de río a la cerveza (píyiu yú), y en los puestos callejeros me hinché a Chow Mein, mis pastas preferidas: fritas con verdura y salsa de soja.
Subiendo hacia las Montañas
8/10 – A las 8 de la mañana viajaba en bus dirección Guilin para, desde allí, coger otra que se dirige a Longsheng y detenerme para pasar unos días en Ping'an, un poblado tradicional Zhuang con las terrazas de arroz (Espinazo del Dragón) más impresionantes del país. Durante más de media hora estuve caminando por las calles de Guilin, desde la estación pequeña hasta la de largo recorrido, preguntando en chino... “ch’i ch’e dchan?” “ch’i ch’e dchan?” (¿estación de guaguas?), pero volvía a encontrarme con las mismas costumbres chinas de no hacer el mínimo esfuerzo por entender al foráneo, aún habiendo aprendido a pronunciar la frase gracias a un pibe que me había enseñado a decirlo correctamente!; pero al final llegué, no sin antes haber conseguido hacer reír a algunos paisanos. Y es que en China todo es tan diferente que incluso la comunicación con la gente es más difícil y complicada que en cualquier otro lugar del mundo que yo haya visitado. Ni el lenguaje de gestos ni el facial. No hay complicidad ni empatía. No sabía si quien me miraba me entendía o no, si se reía conmigo o de mí, si sentía alegría o pena, pues sus códigos de gestos faciales hasta esos momentos no los podía entender. Me parece una gente de rostro sordo y mudo. Siento una extraña pero a la vez prodigiosa sensación de parecer un extraterrestre entre miles de caras iguales.
Tras 2h. de recorrido entre baches y curvas, me bajé en el cruce con Hépíng para coger otra más pequeña, abarrotadísima, que luego de media hora paralelo al río, con unas bucólicas vistas rurales y radicales curvas, y de una nueva carretera, se detuvo en la entrada del poblado Ping'an. Hay que pagar 30R por entrar en el lugar. Un camino empedrado conduce a su interior, y tras atravesar un puente de madera cubierto, sobre un riachuelo, se llega a un cruce de caminos d

Durante los cuatro días que estuve disfruté de varios paseos por los alrededores, entre pequeñas aldeas, algunas Yao, otras muchas Zhuang, de residentes muy amables pero bastante tímidos, destacando desde las casas alargadas sobre estacas de madera en la que viven familias casi completas, a las pequeñas o las muy deterioradas, junto a cientos de gallinas, pollos y cerdos que pululan bajo ellas. Y sobre todo de las extraordinarias vistas de las terrazas cultivadas que se tiene desde lo alto de varios montes que rodean el lugar. Las montañas están completamente aradas de forma escalonada, una obra de arte que hace que las lluvias no las destruya, con un afable parecido a las Terrazas de Banaue en Luzón, Filipinas. Son 66km² de sensacional belleza.
Algunas mujeres Yao, al igual que las Miau del S., llevan en sus cabezas mechones de pelos enrollados que han pasado de generación en generación, como recuerdo de sus antepasados. En
muchos casos el tamaño depende de la riqueza de la familia.
En 1949, a partir de la formación de la República Popular de China, el gobierno de Mao Tse Tung pasó a colectivizar las tierras, los granjeros empezaron a trabajar en comunas y la producción era vendida al estado (El Gran Salto Adelante), pero consiguió crear más pobreza y hambruna. Luego, a partir de 1984 se suprimieron las comunas, se alquilaron las tierras a los campesinos, se les autorizó a vender el excedente de la producción en el mercado libre y, por primera vez en un siglo, fueron autosuficiente.

En 1949, a partir de la formación de la República Popular de China, el gobierno de Mao Tse Tung pasó a colectivizar las tierras, los granjeros empezaron a trabajar en comunas y la producción era vendida al estado (El Gran Salto Adelante), pero consiguió crear más pobreza y hambruna. Luego, a partir de 1984 se suprimieron las comunas, se alquilaron las tierras a los campesinos, se les autorizó a vender el excedente de la producción en el mercado libre y, por primera vez en un siglo, fueron autosuficiente.

Por las noches, tras la cena, los poquitos viajeros nos reunimos en la gran terraza bajo un bombillo y nos contamos las experiencias, recomendaciones y lugares visitados por cada uno. Hay tantos sitios para visitar que es imposible poder ir a todos, aunque se tenga mucho tiempo más. Tomé bastantes notas y varié algo mi itinerario planeado.
De fondo, el sonido del viento al rozar con las ramas de los árboles y las voces de los niños jugando, es absolutamente conmovedor.
12/10 – Mi siguiente destino era llegar hasta Chéngyang.
Tuve que hacer varias conexiones en bus: Longsheng (1h.), coger otro hasta Sanjiang (2,5h.) y luego otro (30min.), todos a través de espléndidas vistas de arrozales, plantaciones, montañas altísimas, aldeas, mercadillos y muchos labriegos trabajando la tierra bajo un intenso sol.

Nada más llegar, en frente, junto a un puente de piedras sobre el riachuelo, vi el hostal donde me quería quedar, el Dong Village Hostel, un edificio de cinco plantas, completamente de madera -tres de ellas son de habitaciones con balcones- con unas hermosas vistas hacia una enorme noria que recoge el agua del riachuelo, y unos cientos de metros más allá al enorme puente de madera cubierto Chéngyan Quiáo, especialmente ornamentado, que recuerda a un dragón: el techo cubierto de tejas insinúa el cuerpo escamoso, varias cúpulas forman la cabeza y el dorso, y considerado de los más hermosos del lugar.

En el pueblo, las veces que algún grupo de turistas los visitan, preparan unos bailes dong tradicionales de una hora aprox., muy bien organizado, a cambio de una pequeña donación. Son tan interesantes que no me importó acudir dos veces a curiosear.

En una de mis incursiones llegué hasta Ping Pu, y pude presenciar un entierro, por casualidad. Al observar a un grupo de hombres de cuclillas, en la puerta de una casa, con bufandas de tela blanca en la cabeza me llamó la atención, me mezclé entre ellos y solo fue cuestión de esperar el acontecimiento.
De la vivienda sacaron un tronco de árbol ahuecado, apoyado sobre dos largos bambús, y en el interior se encontraba el cuerpo una anciana fallecida. La tradición local obliga a plantar un árbol con el nacimiento de cada hijo/a, y cuando fallece se tala y servirá de ataúd. Ellos creen que cuando no se es introducido en él, el espíritu del fallecido andará vagando por el pueblo sin reposo, pudiendo provocar desgracias a la familia.

De vuelta al pueblo, a partir de las 5 de la tarde se retiran las mujeres que están en el interior del puente Chéngyang Quiáo donde montan sus puestos de ventas, principalmente sus tradicionales y habilidosos bordados. Durante el día hay que pagar por cruzarlo o visitarlo. Aproveché que ya no estaban para observarlo detalladamente. Es una auténtica obra de arte. Por su belleza lo llaman "puente de las
flores", y por su utilidad, "puente del viento y de la lluvia", ya que ofrece un buen refugio contra estos elementos. Totalmente de madera, apoyado sobre 5 anchos pilares de piedra, el pasillo es de madera de abeto de 64mts. de largo, 3,5mts. de ancho, y tiene una altura de más de 10mts., que cruza el río Linxi. Cinco torres con cuatro tejados sobrepuestos a cuatro aguas y sus bordes se levantan como si de alas estiradas se trataran. Lo más asombroso de su construcción es que no se utilizó ningún clavo y las piezas de madera están encajadas entre sí. Tiene unos taburetes largos en el interior instalados en ambos lados del puente para que la gente descanse, o se puedan exponer los puestos de venta.
La ribera del río está colmada de bosques de té y verdes árboles inclinados y sobre las colinas cercanas. Por las mañanas la bruma lo inunda todo y apenas se ve más allá de un metro. El sonido del agua que mueve la noria relaja tanto, que todas las mañanas esperaba tomando un aromático té de jazmín a que se disipara para salir y comenzar a tener nuevas emociones a lo largo del día.

La ribera del río está colmada de bosques de té y verdes árboles inclinados y sobre las colinas cercanas. Por las mañanas la bruma lo inunda todo y apenas se ve más allá de un metro. El sonido del agua que mueve la noria relaja tanto, que todas las mañanas esperaba tomando un aromático té de jazmín a que se disipara para salir y comenzar a tener nuevas emociones a lo largo del día.
Este es un lugar que aún retiene esa encantadora tranquilidad que hace mucho tiempo perdieron sus más turísticos y populosos vecinos. Ideal para viajeros que busca paz.
16/10 - A las 7 de la mañana aguardaba con una pareja de viajeros alemanes el bus dirección Liuzhou, mi siguiente destino. Pero estaba tardando tanto que decidimos subimos a un mini-bus que pasaba en esos momentos y paraba en Sanjiang, donde cogería otro, a los pocos minutos de llegar, con dirección a Liuzhou. Ésta es una pequeña ciudad junto a una de las ondulaciones que hace el río Li durante su recorrido, y que se caracteriza por tener unas bonitas vistas, al igual que varias montañas con templo
s; uno de ellos con una pagoda en la cima y, de acceso, cantidad de empinados escalones verticales que la hacen bastante llamativa. Al no parecerme en su conjunto una ciudad interesante, mientras la cruzábamos dirección a la estación, decidí no quedarme. Justo al llegar estaba a punto de salir, por suerte nuevamente, una guagua dirección Nannin. En aquellos momentos me encontraba tan cansado que me daba igual todo. Así que, subí si pensármelo ni un minuto.
A las 4 de la tarde puse pie en esta otra enorme ciudad, bañada por el río Yung. La principal razón de venir aquí es culinaria, pues quiero probar uno de sus famosos platos, el "Cocido de Carne de Perro con Verduras" (gouròu huoguo) y sabía que varios puestos en las calles lo sirven. Todo aquí está muy cerca, la estación de tren, de guaguas, los hoteles y las tiendas, y hay constantemente mucha animación por sus concurridas calles.
16/10 - A las 7 de la mañana aguardaba con una pareja de viajeros alemanes el bus dirección Liuzhou, mi siguiente destino. Pero estaba tardando tanto que decidimos subimos a un mini-bus que pasaba en esos momentos y paraba en Sanjiang, donde cogería otro, a los pocos minutos de llegar, con dirección a Liuzhou. Ésta es una pequeña ciudad junto a una de las ondulaciones que hace el río Li durante su recorrido, y que se caracteriza por tener unas bonitas vistas, al igual que varias montañas con templo

A las 4 de la tarde puse pie en esta otra enorme ciudad, bañada por el río Yung. La principal razón de venir aquí es culinaria, pues quiero probar uno de sus famosos platos, el "Cocido de Carne de Perro con Verduras" (gouròu huoguo) y sabía que varios puestos en las calles lo sirven. Todo aquí está muy cerca, la estación de tren, de guaguas, los hoteles y las tiendas, y hay constantemente mucha animación por sus concurridas calles.
En la puerta de un hotel, su dueño se me acercó para ofrecerme una habitación, me pedía 80R por noche, pero ya tenía conocimiento que muy cerca se encontraba el hotel Yíngbin Fàndiàng que costaba 50R, con baños exteriores compartidos. Lo más anecdótico que me resultó de este hotel es que no dan la llave de la puerta de la habitación, por lo que cada vez que quería entrar tenía que ir a una recepción en la misma planta y avisar para que me abrieran la puerta. Otra sorpresa, de las tantas, en este país.
Al encontrarme cerca de la estación de tren me aseguré una plaza en litera para el día 18 hacia Kumming, que sería mi próxima parada pero, aunque tenía la revista con los horarios de salidas que había comprado en Guanzhou, parece ser que no coincide con los horarios de la taquillera.
Las calles son muy amplias y limpias, las plazas muy grandes, y los parques espectaculares, como el Qingxiù, donde se levanta la pagoda más alta de la provincia. El Museo provincial Minzu Dadao, a varios kilómetros del centro, guarda una magnífica colección de tambores de bronce, y en el centro cultural adjunto exponen reproducciones de construcciones de las minorías Dong, Miau y Zhuang.
La zona comercial está siempre abarrotada de gente haciendo compras, otro hecho tan sorprendente en un país que en pocos años ha pasado de un estado comunal trabajador a otro de consumismo extremado. Y es que con la llegada de Deng Xiaoping en 1978, quien con su consigna "hacerse rico es glorioso", abrió las puertas de la mecanización y mejora de los sistemas productivos de la agricultura, aumentando los beneficios, las contrataciones, los salarios, las vacaciones pagadas y con ello el afán de viajar (algo impensable en un pasado cercano), y a detener la inmigración interior.

Al atardecer comienza el movimiento en las calles, de los puestos de comidas rápidas, sobre todo en el Distrito de Comida Cantonesa, cerca del mercado de frutas. Están desplegadas en expositores en los cuales se elige los platos que van a cocinar. Creí que me podría gustar el tan ansiado Perro a la Cazuela, pero me resultó algo duro y con poco sabor. Las verduras ayudaron a pasarlo mejor!. Otra tarde compré un trozo de pato lacado en el mercado

En otro momento, aprovechando que pasaba delante de una librería entré para comprar un diccionario inglés-chino con los caracteres tradicionales para una mejor comunicación.
Tampoco fue sencillo encontrar algún cíber porque está comenzando a ser popular. Me costó muchas preguntas a los estudiantes, y al final di con la pronunciación de la palabra con la que se reconoce..."Wan Pan". Es barato, y estuve también controlando la meteorología para bajar al S., a la Región Autónoma de Xishuangbanna, donde abunda las bastas extensiones de jungla, vegetación tropical, montañas con densos bosques, hogar de los Aini (la rama Akha de Hani), los Jinuo, los Yao y los Yi, y exuberantes llanuras habitadas por la minoría Dai. Los turistas chinos vienen a esta zona a experimentar una forma de vida "muy tailandesa", y sin necesidad de pasaporte.
Tampoco fue sencillo encontrar algún cíber porque está comenzando a ser popular. Me costó muchas preguntas a los estudiantes, y al final di con la pronunciación de la palabra con la que se reconoce..."Wan Pan". Es barato, y estuve también controlando la meteorología para bajar al S., a la Región Autónoma de Xishuangbanna, donde abunda las bastas extensiones de jungla, vegetación tropical, montañas con densos bosques, hogar de los Aini (la rama Akha de Hani), los Jinuo, los Yao y los Yi, y exuberantes llanuras habitadas por la minoría Dai. Los turistas chinos vienen a esta zona a experimentar una forma de vida "muy tailandesa", y sin necesidad de pasaporte.
Se esperaba lluvias intensas, y no era plan que me cogiera de lleno en esa zona tan apartada, pues son muchas horas de guagua. Y esperé a que pasase.
En las estaciones de trenes no hay carteles en inglés y los extranjeros han de comprar los billetes en las oficinas para turistas. Ésta tiene dos andenes, por lo que es sencillo moverse. En cada puerta de entrada al vagón hay una agente que informa, mostrándole el ticket, en cuál hay que subirse. Además los nombres de los pasajeros que corresponden a cada vagón están apuntados en una lista en la puerta de entrada.
En las estaciones de trenes no hay carteles en inglés y los extranjeros han de comprar los billetes en las oficinas para turistas. Ésta tiene dos andenes, por lo que es sencillo moverse. En cada puerta de entrada al vagón hay una agente que informa, mostrándole el ticket, en cuál hay que subirse. Además los nombres de los pasajeros que corresponden a cada vagón están apuntados en una lista en la puerta de entrada.
Con la experiencia de trenes de India ya sabía que asiento debía elegir para viajar en mejores condiciones. Y este caso era la de en medio. Ni muy cerca del techo ni la de abajo, que es donde todos nos sentamos hasta que nos entra sueño y subimos a nuestra cama. Es muy limpio, y aunque al principio hace bastante calor al entrar, mientras el tren va avanzando, y no lo hace muy rápido, se va refrescando el ambiente. Para los chinos el tren es la forma más popular de viajar. Una vez sentado en mi sitio y comenzado a circular la máquina me puse a leer mi diario, y sobrentendí que a veces no entiendo nada de lo que pasa a mi alrededor, que no puedo aplicar mi lógica para interpretar lo que estoy viviendo. ¡Y cómo me está recordando todo esto a India!. Mi visión de las cosas y las situaciones está siendo lineal, es decir... causa-efecto!. La de esta gente no es así, es sincronicidad, casualidad, cíclica. Y es para mi es un misterio, que respeto, porque no es mi cultura. Pero quiero intentar comprenderla, adaptarme, y sé que me está costando un poco.
A las pocas horas, a mi alrededor quedaba poca gente moviéndose, casi todos se habían ido a dormir. Se oía de vez en cuando las escandalosas carrasperas de algunos pasajeros antes de escupir. Como sucede habitualmente en los restaurantes. La diferencia es que en aquellos lugares hay escupideras bajo las mesas. Y aquí no. Puse el despertador media hora antes de mi próxima parada, y a dormir, para así amanecer llegando a Kunming, la capital de Yunnan.
19/10 – He llegado a las 8:15 como estaba previsto, y directo al hotel Camelia, el más barato y famoso entre los mochileros, que también se encuentra cerca de la estación. He programado sólo dos días para visitar Kumming, la "Ciudad de la Eterna Primavera", a casi 1.900mts. de altitud, que se caracteriza por su benigno clima y por la exquisita comida que aquí se hace.
A las pocas horas, a mi alrededor quedaba poca gente moviéndose, casi todos se habían ido a dormir. Se oía de vez en cuando las escandalosas carrasperas de algunos pasajeros antes de escupir. Como sucede habitualmente en los restaurantes. La diferencia es que en aquellos lugares hay escupideras bajo las mesas. Y aquí no. Puse el despertador media hora antes de mi próxima parada, y a dormir, para así amanecer llegando a Kunming, la capital de Yunnan.
19/10 – He llegado a las 8:15 como estaba previsto, y directo al hotel Camelia, el más barato y famoso entre los mochileros, que también se encuentra cerca de la estación. He programado sólo dos días para visitar Kumming, la "Ciudad de la Eterna Primavera", a casi 1.900mts. de altitud, que se caracteriza por su benigno clima y por la exquisita comida que aquí se hace.
Destaca como plato típico la cacerola de barro Guòxiao Mixiàn, una sopa de fideos gordos de arroz, con trozos de carne de pollo, pato o cerdo, y verduras sobre la que flota una aceitosa capa oscura producto de las mezclas de especias que se sirve, según sale del fogón, muy caliente y que, por supuesto, ha sido lo primero que he querido probar. Gracias al clima suave, sus calles tienen un gran protagonismo en la vida cotidiana.

Al visitar lo que parecía un antiguo templo budista, una vez en su interior, constaté que se trataba de una mezquita (Qingzhensi). En su momento fue devastado por la Revolución Cultural y rehabilitado por la comunidad musulmana, que aquí en esta ciudad son numerosos debido al asentamiento en el s.XIII de muchos comerciantes. Algo más allá se encuentra otras, pero destaca por el brillante color azulado la Mezquita Nánchéng Quingzheng, que en realidad data de hace más de 400 años, siendo completamente restaurada en 1997.

Y al atardecer, numerosos carritos de comidas se agolpan en diferentes calles donde cantidad de gente se amontonan para llevárselas a casa o comer en las mesas de los diversos restaurantes de la zona. Destacan los carritos de dulces o los enormes pasteles de almendras y miel, pero que hay que tener precaución y acordar el precio de antemano porque son unos verdaderos espabilados. Muchos dicen ser descendientes de los mercaderes árabes de la ruta de la seda.

Por la noche, en el ciber, volví a controlar el tiempo en el S., y se aproxima una gran tormenta, por lo que será imposible viajar en esa dirección. Así que fui directo a la estación de bus y compré un billete para salir al día siguiente a las 8 de la mañana hacia Dali.
21/10 – He cogido un minibús, que al principio parecía una mierda pues viajábamos muy apretados, pero que ha tardado hora y media menos que una guagua normal a Xiàguang, (ó Nuevo Dali). Y esto se agradece. Y desde aquí, otra hacia Dali, la ciudad vieja, que es donde me quiería quedar algunos días para visitar unos poblados tradicionales Bai.


Este día hubo algo de movimiento por ser lunes, día de mercadillo de la semana en Shaping, un pueblo a 30kms. y que precisamente quería visitar. Pero como llegué a medio día no me dio tiempo para ir porque a las 14:30 recogen todo. Muchos hacen una parada aquí para realizar compras con el dinero ganado. Pescadores y campesinos Bai, ataviados con sus tradicionales trajes azul añil, deambulan por los alrededores.

Con un poco de suerte se puede ver en Zhoucheng, una pequeña aldea a 7kms., sin duda la más fiel de la región al modo de vida tradicional, de estrechos callejones de granito o alguna representación de ópera popular Bai en el teatro al aire libre. A 2kms. al N. se encuentra el templo de las tres pagodas, San Ta Si. La más alta, Qianxunta, construida en el s.IX es de base cuadrangular y 16 pisos, alcanza los 72mts. de altura, y las dos pequeñas, a los lados, que son muy parecidas, pero de planta octogonal, 10 pisos y construidas en el s.X.
23/10 – A 3h. de guagua desde Xiàguang, se encuentra Baoshan, una pequeña ciudad con algunas cositas interesantes que ver, como sus edificios tradicionales muy antiguos, templos, algunos restaurantes que exponen las verduras en calderos de plásticos donde se elige que tipo de sopas se quiere comer, y ahí mismo lo cocinan, y puestos callejeros con platos irreconocibles o sin nombre, donde se puede pedir al azar porque ya se ve que todo sabrá exquisito.
23/10 – A 3h. de guagua desde Xiàguang, se encuentra Baoshan, una pequeña ciudad con algunas cositas interesantes que ver, como sus edificios tradicionales muy antiguos, templos, algunos restaurantes que exponen las verduras en calderos de plásticos donde se elige que tipo de sopas se quiere comer, y ahí mismo lo cocinan, y puestos callejeros con platos irreconocibles o sin nombre, donde se puede pedir al azar porque ya se ve que todo sabrá exquisito.

Al día siguiente intenté durante muchas horas coger un mini-bus en la estación para ir al Templo del Buda Reclinado Wòfó Si, a 17kms., un lugar histórico muy importante en la zona, que data de la dinastía Tang, de hace 1.200 años, pero nadie iba en esa dirección y sólo me llevaban pagando una desorbitada cantidad. Por momentos me hicieron perder la paciencia… y los nervios, de tanto subir y bajar de los vehículos. Lo intenté en un minibús pero como no llegaron los pasajeros necesarios para partir tuve que bajarme. Incluso esperé en la carretera principal que pasara alguna guagua que fuera en esa dirección pero, tras esperar durante un largo tiempo, tampoco tuve suerte. Por consiguiente, decidí quedarme el resto de la tarde relajarme en los jardines del parque, fuera de todo bullicio, preparando las siguientes rutas, que no tenía programadas en un principio pues he descubierto nuevos lugares leyendo anotaciones que había bajado de internet.
25/10 – A primera hora de la mañana una atestada guagua me llevaba hacia Techdong, y tras 6h. de lento recorrido subiendo y bajando montañas, llegué bastante quemado a mi destino.
Depositado todo en el h
otel, la misión era descubrir esta pequeña ciudad que aún preserva edificios de arquitectura tradicional de madera muy encantadora en algunas de sus calles. La gente va a lo suyo, la vida se desarrolla bastante sosegada, y eso gusta. Esta es la China que andaba buscando para disfrutarla en plenitud.
Depositado todo en el h

El primer paseo del día lo hice hacia la Montaña Láifeng, a través de un sendero de cientos de escalones, en un escenario de mucha vegetación, pinos, enormes árboles y un cautivador silencio, ya que es un bien cuidado parque forestal. En la entrada hay un control de ventas de tickets, por lo que me introduje por un lateral atravesando una zona empinada. Una vez dentro, al ser de los pocos visitantes que ahí estaban, me localizaron enseguida y tuve que pagar. Aunque no es mucho, 10¥, pero me flipa colarme. En la cima hay un templo, del mismo nombre, y una altísima pagoda, a la que se puede subir, con unas prodigiosas vistas de todo el valle.
A la bajada encontré una oficina de ayuda al turista, con un pibito muy enrollado, que me explicó todas los posibles senderos a pie y en bici, incluso ofreciéndose desinteresadamente a acompañarme. Me vendió unos mapas del entorno que me vinieron perfectos para adentrarme en la zona.
El mercado matutino es muy concurrido, con gentes de diferentes etnias con sus atuendos tradicionales, y se exponen bajo techo, sobre cantidad de mesas, carnes y verduras; y en el exterior otros muchos despliegan sus tenderetes sobre el suelo.




La subida es sublime. Tras pasar la casa de control, y pagar la entrada pertinente, se llega al comienzo de un larguísimo sendero de escalones bien marcado, con subidas no muy empinadas, a través de una exuberante vegetación, que por momentos fue muy calurosa, enormes piedras con escritura taoístas, unas vistas espectaculares del valle y, a veces, del templo en lo alto de la montaña.

La vida monástica que llevan es muy relajante, aunque a veces se hace caótica cuando llega algún grupo de peregrinos. Las vistas de todo el valle es imponente. La bajada, en una hora, fue menos calurosa y sólo se oían a los chinos gritar cuando ascendían dentro de la cabina. Mas tarde un paseo a través de diversas carreteras que pasa entre diferentes comunidades y terminé en un mercadillo de alguna aldea donde tomé de suerte un bus de vuelta a última hora de la tarde.
29/10 – Mi siguiente destino sería realizar la famosa ruta del "desfiladero del salto del tigre", durante varios días.
29/10 – Mi siguiente destino sería realizar la famosa ruta del "desfiladero del salto del tigre", durante varios días.

Al descender, algunos "ticketeros" me ofrecieron tarjetas de diferentes hostales y hoteles pero ya tenía conocimiento en donde quedarme. Aunque era de noche en esta ocasión se veía bien la ciudad ya que está bien iluminada, sobre todo los tejados festoneados de luces rojas y de otros colores, por lo que, mochila al hombro, caminé hacia allá. Aquí mucha gente habla inglés porque es un lugar turístico muy importante, y principalmente de chinos.

La Colina del León, (Shizi Shan) la separa de las nuevas construcciones urbanas, habitado principalmente por la etnia Han, la mayoritaria en China, sin interés cultural, y construidas en los últimos treinta años. En su cima, que se llega por un sendero tras atravesar algunas edificaciones tradicionales y par de tabernas, hay un bonito parque, y al lado, se sitúa el mirador de Wànggu Lóu, desde el cual se obtiene unas extraordinarias vistas de toda la aldea y del valle.
La parte antigua, Dayan, es un laberinto de calles adoquinadas, caminos que se desvían de la vía principal, arquitectura tradicional, norias de agua y canales, en la que aún se conservan las tradicionales viviendas de madera oscura donde viven cerca de 50.000 personas, en su mayoría población Naxi, y que aún conserva su trazado original.

Me he quedado en una casa familiar donde han dispuesto una serie de habitaciones para turistas, destacando por su considerable tamaño. Hecha de madera y bloques de piedra, con sólidas puertas. La de la entrada es muy vieja, con un gran patio central, con baños y unos aleros tallados con símbolos chinos de buena suerte.

Mientras esperaba por algunos turistas que estuvieran interesados también en hacer la ruta de tres días que tenía programada atravesando el Desfiladero del Tigre que Salta (Hutiào Xiá) me dediqué a visitar los alrededores. Caminar y caminar, por las afueras, visitando otras aldeas, mercadillos, y seguir distintas veredas que llegan mucho más allá de donde acuden los extranjeros, y eso se nota por cómo de asombrados me reciben los residentes.

En el cruce de salida hay un pequeño teatro donde un grupo de mayores llevan varios días ensayando una obra de teatro chino, con sus trajes tradicionales, y aproveché para sentarme con ellos y verlos actuar. Y fotografiarlos. Fueron muy simpáticos conmigo. Un poco más allá, la ciudad nueva está diseñada como todas las chinas modernas, con edificios de muchas plantas, comercios, tráfico, y gente adinerada paseando.



Enormes peñascos “flotan” sobre el río Yantzé, aquí llamado Jinsha, que baja con tanta fuerza que el ruido es ensordecedor. Una piedra manuscrita y la figura de un león naranja indicaba que nos encontrábamos en la zona principal de la garganta.
Luego, el ascenso hacia Walnut Grove fue nuevamente espectacular, atravesando ramales horadados en el risco por el paso de los rebaños de animales, y allá abajo el infernal turbulento de agua. Pasamos varias zonas de difícil acceso debido a avalanchas de piedras, sin dejar de controlar constantemente los posibles desplomes de más piedras y precavidos para no caer al río porque estábamos a una considerable altura.

El siguiente día, tras desayunar temprano, comenzamos el descenso nuevamente hacia el río para cruzarlo en una embarcación. Estaba varada entre las piedras de la otra orilla y tuvimos que esperar al menos una hora porque el remero no se encontraba en el lugar. Un grupo de 4 alemanes también se unieron a nosotros para cruzarlo.
Ese punto de la vertiente de la montaña Yulong es menos alta y desde allí comienza nuevamente la subida hasta su paso de montaña. Tras varias horas, con sus consiguientes paradas, nos detuvimos un buen rato en un mirador para disfrutar de las extraordinarias vistas que desde ahí se tiene de toda la garganta de montañas atravesadas por el amarillento río. Eran las 12:30 y al otro lado un mini-bus nos esperaba para regresar a Lijiang, no sin antes detenernos en el pueblo Daju para que algunos pasajeros almorzaran algo. A las 16:15 estaba nuevamente paseando nuevamente por las calles empedradas en busca de un billete de guagua-camas para salir a las 8 de la noche dirección Kumming.

Llegamos a la estación muy temprano, de noche aún, y el chófer nos dejó a unos pocos seguir durmiendo en nuestros compartimentos hasta que amaneciera. Buen detalle. Ya de día, aproveché que estaba junto a la estación de tren para comprar un billete hasta Chendú, también en cama porque el trayecto es mucho más largo. Nuevamente, en ventanilla tuve algún problema para entenderme con la vendedora ya que el horario de la revista que había comprado no coincidía con la que ella tenía del tren que yo querías pillar.
Una vez en la estación ¡me esperaban 21h. de viaje hacia mi siguiente destino!