Y llegué a Chengdu, una gran ciudad con unas encantadoras estrechas callejuelas con casas tradicionales de madera, de dos plantas, pequeñas tiendas de artesanía que han sobrevivido a la fiebre urbanística, hermosos templos, fantásticos Parques y Casas de té (Chadian), y famosa por sus enormes Pandas. Como tengo referencias donde dormir gracias a unos viajeros franceses que conocí en Sanjiang, me dirijo al hostal recomendado.
Es bastante viejo, pero atractivo. Un tablón de anuncios expone mucha información que dejan escrito otros viajeros. Mientras me preparaban la habitación me dirigí a un cíber a controlar la meteorología en la zona; parecía que por aquí no iba a llover en muchos días y eso era bueno tenerlo en cuenta para los siguientes destinos.
En el hostal buscaban a un turista para compartir al día siguiente un mini-bus con otros cuatro para ir a la Reserva de Investigación de Crías de Pandas gigantes (Dàxióngmao Fánzhí Yánjiu Zhongxin), que está a 6kms. al norte de la ciudad, por unas carreteras abarrotadísimas de tráfico y saturada de polución. Desde 1990 se encargan de cuidarlos, y se pueden ver e incluso tocar. Allí viven Pandas enanos marrones de la familia de los mapaches y una docena de la familia de osos gigantes. Un hospitalito se encarga de la asistencia a las crías con problemas que se pueden observar a través de un cristal. En una amplia zona abierta les dan de comer ramas de bambú, y sentados van masticando las hojas. También son carnívoros. Fue un momento muy evocador. Alrededor de mil Pandas gigantes viven en libertad en China formando una treintena de grupos en el norte de Sichuan, y en las provincias de Gansu y Shaanxi. La conservación de los Pandas es algo que preocupa mucho a los chinos. Aquella persona que sea descubierta haciendo daño o matando a uno corre el riesgo de ser ejecutado.
El Parque del Pueblo (Renmin Gongyuan), es el lugar al cual suelen ir las familias los fines de semana para dar largos y relajantes paseos en cuyo interior, a orillas de un pequeño lago, se encuentra la más famosa, bella y apacible Casa de Te con más de 300 años de antigüedad, situada en el centro del parque donde grupos de mayores charlan tomando unos inmensos vasos de te o jugando dominó. Los limpiadores de oídos continúan como hacen mil años acicalando las cavidades auditivas de sus clientes con sus finísimas varillas de metal. Al norte del mismo se encuentra el Monasterio Wénshu Yuan (dios de la Sabiduría), un gran complejo budista de la dinastía Tang en cuya entrada hay pintado cuatro enormes guardianes, dos a cada lado; en su interior, diferentes salas o templos dedicadas al culto de Maitreya (Buda del futuro), Sakyamuni y Guayin (diosa de la misericordia); en dependencias laterales se exponen reliquias budistas; y una casa de te muy activa perfecta para relajarse, leer el periódico o pasear agradablemente por la red de senderos entre la vegetación como hacen todos los días los visitantes.El siguiente paso era ir en bus hacia el Qingyáng Gong, el templo taoísta más antiguo y extenso de Chengdu. Su historia proviene desde Lao-tsé, el alto monje taoista. Destaca su hermosa pagoda octogonal en el centro del recinto y diferentes representaciones en bronce de cabras en la parte trasera de las salas aparentando signos chinos zodiacales. Los animados mercados de flores, pájaros y peces, y los numerosos restaurantes al aire libre dan a la ciudad muchísima vida. Tenía dentro de mis planes la subida a la Montaña Emei Shan, una de las cuatro más sagradas de China para los budistas (se dice que Lao-tsé vivió ahí en una encarnación mítica), donde hay cantidad de hermosos monasterios y templos. Como mínimo son tres días para disfrutar del entorno, pero no tenía ese tiempo en ese momento. Lo cambié por la subida a la Montaña Huang Shan para realizar más adelante.
7/11 – Mi siguiente ruta sería la bajada del río Yang-tsé en barco desde Chogqing hasta Yichang, una manera de alejarme unos días de los trayectos en tren o bus, conociendo ciudades de la ribera del río mas populoso de país, y visitando numerosas poblaciones de interés histórico y turístico ya que realiza diferentes paradas, considerando que en pocos años el gobierno chino terminará la Gran Presa de las Tres Gargantas y muchas de ellas van a perderse bajo el agua. Y quiero ser testigo de algo que la mano del hombre va hacer desaparecer por iniciativa propia al intentar dominar a la mismísima naturaleza. Así que, en
guagua, me dirigí hacia el comienzo del crucero. No sin antes haber sufrido una tremenda ansiedad mientras circulábamos con un chofer que, con sus grandes gafas de sol ocultaba que se le cerraban los ojos a cada rato mientras yo, sentado en el asiento de enfrente, me lo estaba "gozando" todo. Fueron casi 4h. de incertidumbre. La misma por saber si llegábamos a tiempo de coger el barco que salía por la tarde.
Tenía que estar tres horas antes en el embarcadero. La bajada la hice en coche-cable para evitar el mogollón de escalones y desde allí acceder al ferry que me correspondía. El que me correspondía parecía desde fuera un viejísimo hotel flotante, oxidado. La habitación la compartí con 6 chinos más, y parecían “de fiar”. Las paredes sucias y los baños, fuera, en el pasillo, espeluznantes, pero se puede orinar en él. Tampoco me voy a pasar el tiempo en estos lugares cuando las vistas desde la cubierta son realmente espectaculares. En 2ª clase es más de lo mismo, pero sólo hay 4 o 6 camas. En 1ª, un poco más cuidado, las literas son de madera. La sala del restaurante, muy bien cuidada, está en popa, tiene varias mesas y unos ventanales muy amplios, pero no había nadie comiendo. Casi todos se han traído de comer y se quedaban en sus camarotes.En 1966 temiendo que se sublevara la burguesía, los dirigentes de la Revolución Cultural prohibieron los viajes por el interior de país. En los años 60 y 70 los viajes estaban fuera del alcance de la mayoría del pueblo debido a sus bajos ingresos, pero hoy día con el relativo crecimiento del nivel de vida cada vez más chinos pueden visitar su país.
Avanzando lentamente sobre una inmensa masa de agua color ocre, con gran cantidad de remolinos, por ambas orillas se pueden observar las ciudades humeantes saturadas de feísimos edificios. Pero una vez en plena travesía todas esas feas imágenes van cambiando, aunque la chimenea del barco no paraba de vomitar constantemente mogollón de humo negro. La noche iba cayendo y yo seguía en cubierta, pensando todo lo que había hecho durante el día mientras, en la oscuridad, veía las luces de otros barcos y de más ciudades que íbamos pasando. Al regresar al camarote los chinos jugaban a las cartas, fumaban y escupían por la borda incesantemente.
Al adentrarnos en la ciudad, lo hacíamos a oscuras y todo parecía realmente fantasmagórico pues la tenue luz de los pocos faroles que quedaba mostraban las vergüenzas de una ciudad donde casi todos sus edificios han sido desocupados, muchos derrumbados o completamente vaciados de todo lo que podría ser reaprovechado o vendido, como los mismos ladrillos, hierros, puertas, ventanas, conductos o canalizaciones. Apenas permanecen en el lugar los comerciantes que ocupan algunas tiendas en la planta baja para servir al flujo diario de turistas que llegan, ya que la mayoría de sus residentes han sido trasladados a otros lugares debido a que el aumento del nivel de las aguas, no muy tarde, lo cubrirá todo. Al llegar a la base de la montaña Ming Shan (288mts.), donde se encuentra el santuario Tianzi, cientos? miles? millones?... yo que sé!, sólo veía chinos amontonados por todos los lados. Todos circulan en filas siguiendo al hombre o mujer con banderines fluorescentes con escritura china, y muchos del mismo color. Pues me perdí entre tantas filas de caras parecidas. Aunque tenía pago la subida en teleférico a la cima de los templos, la “cola china” era tan desmesurada que preferí subir caminando los cientos de escalones mientras comenzaba a amanecer.
Dos horas de navegación y volvimos a detenernos en Shibaozhai (Fortaleza del Tesoro de Piedra), un pueblo bajo una enorme roca de 30mts. en la que se alza un templo de color carmesí que se remonta a la dinastía Ping (s.XVII), a la que posteriormente se le añadió un pabellón en forma de pagoda de madera de doce plantas para poder acceder al templo por las escaleras del interior. Los planes para salvarlo de la subida de las aguasNuevamente en el barco, sobre la cubierta al anochecer millones de estrellas iluminaban el cielo. La tranquilidad en el restaurante, donde no suele haber casi nadie, es apropiada para leer y escribir algunas cosillas. Pedí agua caliente para cenar un cuenco de fideos deshidratados que había comprado en el supermercado de Chongqing.
El paisaje más espectacular comenzaba en el momento que alcanzamos la antigua ciudad Fengjié, igualmente de más de 2.000 años, cuyas murallas casi intactas datan de la época Ming y que marca la entrada occidental a las famosas Tres Gargantas Sanxia. La primera (Qutang) es la más corta pero impresiona por el conglomerado de montañas que el río ha ido quebrando con el tiempo formando un enorme canal de 8Kms. de largo y 50mts. de ancho, donde el agua fluye a gran velocidad. El efecto resulta imponente. Hasta las embarcaciones con capacidad para 300 personas parecen barquitos de juguete a través del desfiladero. Sobre la pared rocosa aparecen inscripciones en chino, conjuntos de perforaciones cuadradas que servían de soporte a maderos incrustados, donde se había trazado un sendero para que los pescadores arrastraran sus barcas hasta el río (Escalera Mengliang); surcos hechos por las cuerdas que sujetaban los barcos; y unas grietas situadas en lo alto (Garganta del Fuelle) donde la tribu Ba depositaba sus ataúdes de madera para el descanso de sus almas. Seguidamente se encuentran las Tres Gargantas Pequeñas, Xiao SanXiá, una sección más estrecha y más temible que las demás, de escalofriante trayecto. No sorprende que en un país que es en gran parte plano estas gargantas, acantilados, picos y montañas fascinen a todos los chinos y a los visitantes extranjeros, pues con casi 1.800mts. de altura irradian absoluta magia y misterio.
Descendimos todos para subirnos a una vieja guagua que nos llevaría por una destartalada carretera hasta una orilla donde decenas de pequeñas barcazas esperaban para continuar el trayecto vadeando pequeñas ciudades completamente derruidas. Muchos de sus vecinos cargaban ladrillos en carruchas o transportaban hierros ya que todas las casas situadas debajo de la cota máxima de 175mts., también se verán ahogadas por la subida del agua. Y laderas cultivadas en terrazas donde los campesinos continúan trabajando hasta el último día. Son muchos aún los que todavía no han sido realojados en otra parte de la provincia.10/11 – A media noche el barco se detuvo en Yíchang y sobre la marcha cogí un bus dirección Wuhan, ya que el directo no partía hasta primera hora de la mañana y ese recorrido no es nada vistoso desde el río, ganando así un día. Aunque apenas pude ver desde la carretera las obras de la super-presa debido a la oscuridad y a la lejanía. Así y todo, la iluminación con la que trabajaban los operarios evidenciaba que era un gigantesco mamotreto.
A las 05:30 llegábamos a la estación N. en una noche realmente fría, y gracias que encontré abierto un bareto donde pude tomar unos churros con soja caliente, me dio una excelente tregua hasta la apertura de sus ventanillas. Pero, desventuradamente, no había plaza en el tren hasta tres días más tarde, por lo que tuve que coger un taxi hacia la estación de bus y desde allí una guagua hacia Tangkou, que casualmente salía en 15 minutos. Perfecto. Sólo me quedaba 11h. de trayecto para alcanzar una de las montañas más sagradas de China.
Al día siguiente Hu subió a la montaña para estar tres días en ella, mientras yo continuaría paseando por este mal cuidado pueblo mientras me atemperaba después de tantas horas de carretera, realizando algunas compras, entre ellas dos mapas de la zona para llevar al pateo que haría al día siguiente. El mercado es pequeño y desordenado y la parte nueva no encaja con las viejas casas que hace del lugar una extraña mezcolanza arquitectónica. Varios puentes sobre el pequeño río Tahoua, que ahora está seco, hace igualmente un chocante contraste, y de fondo la franja montañosa de 257kms. de largo, con el sugerente pico de la monte Lianhua Feng (Flor de Loto) de 1.864mts. de altura. Bajo él hay otros 71 picos y una zona de fuentes termales cuyas aguas, dicen, son medicinales y ricas en minerales.A las 7 de la mañana del siguiente día un bus me esperaba en la puerta del hostal, con otros 10 pasajeros para salir hacia la base HuángShan Mén (Montaña Amarilla). Hay que abonar 82¥ para acceder, pero los estudiantes sólo pagan 65¥, por lo que entregué mi DNI, como si fuera mi carné universitario, pues podría dar el pegue ya que esta gente no comprenden español… Tras unos minutos de “investigación”, me lo devuelven con la entrada a precio reducido. Normal, si apenas entienden inglés, menos entenderán español, pensé.
La carretera continúa unos kilómetros hasta Ciguang Gé (Templo de
Junto a mi se quedaban cuatro turistas más, uno de ellos francés. Dejé la pequeña mochila que llevaba y comencé a visitar los alrededores. Desde diferentes miradores abarrotados de chinos con abrumadoras vistas de picos de montañas con pinos retorcidos sobre espesas nubes blancas, solitarios montes como el Danxia Feng (Pico de las Nubes Púrpuras) que, aunque no es tan espectacular, la soledad de ese lugar es idónea para reposar apartado de todo ruido. Lindantes se encuentran diferentes montañas con nombres llamativos como el Doble Pino, o la de los Enamorados, al que han colocado cadenas para que las parejas sellen su amor mediante candados colgados en ella y enlazados entre sí, hasta muchos cruces de senderos que circundan espacios muy pintorescos. A las 5 de la tarde tiritaba de frío, y a las 7 ya estaba metido en la cama. Aunque la noche fue muy fría, ayudó un poco a calentar el habitáculo las respiraciones de los 5 que ahí dormíamos.
Puedo entender porqué a lo largo de 30 generaciones miles de pintores han llegado aquí para plasmar con sus pinceles el encuadre perfecto entre el juego fugaz de las nubes y las sombras de las cumbres, al igual que muchos poetas que dibujan con palabras. O peregrinos en busca de lo sagrado y ermitaños de la inspiración, entre pinos, cataratas y fuentes termales de estas altas montañas. Y hoy día, más de un millón de personas se acercan cada año a visitarlas. 14/11 – Al siguiente día viajaba nuevamente las 11h. en guagua que dura el trayecto hasta Wuhan y desde allí conectaría por la noche vía tren (6h.) rumbo a Zhèngzhou, para detenerme durante un día ya que quería visitar el río HuangHé y me pareció suficiente.
Las estaciones de tren suelen tener control de seguridad de equipajes. Las líneas cubren prácticamente todo el país, con una puntualidad exquisita, y en los largos recorridos hay coches con cama y literas. No es necesario comprar la comida que hacen en el tren porque en los andenes hay gente que las venden en cada parada que se hace. Tienen grifos de agua caliente que los pasajeros aprovechan para llenar sus teteras. La bebida nacional es el agua con "un poco de té", aunque se le haya echado cien veces agua, pues al chino no le gusta el sabor del agua en sí, por eso siempre le dan "gusto". También se utiliza para hacer sopas calientes con las pastas deshidratadas de paquete que se venden en todos los lugares. Mucha gente compra billetes sin asiento reservado, y en algunas estaciones se puede contemplar el estremecedor espectáculo de ver a cientos de personas pesadamente cargadas corriendo por el andén en busca de asiento en los vagones, así como la feroz lucha por entrar al mismo. Nada más llegar a primera hora de la mañana la misión era conseguir, de una vez por todas, comprar un billete de tren de vuelta a Hong Kong. Lo intenté en dos ocasiones en Wuhan pero no me lo vendían desde aquella estación de tren. Es necesario hacerlo siempre, como mínimo, con tres o cuatro días de antelación, pues de otra manera no lo venden. Aún así, lo único que conseguí fue comprarlo hasta Guanzhou (341¥, en vagón-cama). Bueno, al menos con él en mano ya podía planificar mucho más relajado el resto de las rutas. La vuelta sería para el día 18 desde Zhengzhou.
Dejé la mochila en el hotel que, precisamente, está a pocos metros de la salida de la estación y allí cogí una guagua hacia el N., dirección a una de las orillas del Río Amarillo, cuna de
Los procesos tectónicos terrestres en la meseta Qinghai-Tíbet propician la progresiva elevación en cadena de
Para acceder a la zona más abierta al río hay que pasar un control del gobierno y pagar 25¥ para llegar hasta él. De saberlo, lo hubiera esquivado por otro lado. Pude comprobar su mansa apariencia, pero de asombroso poderío fluvial, caminando sobre su gruesa capa de lodo, un sedimento extremadamente elástico que se acumula en sus orillas, y tocando su agua, la más densa del planeta, debido a la enorme cantidad de loess (sedimento eólico) que se desplaza procedente de los valles de las tierras altas y que hace fértiles las tierras que riega. Dicen que un metro cúbico de agua puede llegar a contener 37kg. de ese polvillo. Es tan ancho en esta parte que apenas se ve la gente al otro lado. Varias embarcaciones esperan varadas en la orilla por la llegada de pasajeros para llevarlos a sus diferentes poblados. La vida aquí se realiza muy pausadamente.
De vuelta a Zhèngzhou un paseo por el precioso parque del pueblo (Rénmín Gongyuán) hasta que anocheció, con una temperatura había bajado hasta los 5ºC.
Apenas había movimiento de gente por la estación. Los puestos han recogido, porque mañana será otro día de interesante movimiento.
16/11 – Ya sólo quedaba mi último destino "significativo", el pueblo donde se encuentra el famoso Monasterio Shaolín, mítico lugar para mí, pues en la década de los setenta se filmó una exitosa película, protagonizada por David Carradine, Kung Fu. Quizás me influyó más las filosóficas conversaciones que el protagonista, (un joven chino-americano, criado y formado en Shaolín, que viajaba a través de EE.UU. en busca de un familiar), recordaba haber mantenido con su anciano ciego, y sabio maestro, que aquellas acciones en las que ponía sus conocimientos de artes marciales adquiridos al servicio de la defensa de los oprimidos.
A las 7 de la mañana debería coger un bus directo a Shaolín Si (Pequeño Bosque) ya que el día anterior había estado preguntando en la estación y apenas sabían con seguridad. Si les hubiera dicho Denfeng, un pueblo que se encuentra en el cruce, a escasos 5kms., me hubieran dicho que hay muchos que van allá. Pero así es el raciocinio de los chinos!. Y también me culpo, por mi incapacidad de predicción. En el hotel me dijeron que era mejor coger un mini-bus que salía a las 08:00 y que era más rápido. Les hice caso... y me jodí. Al mismo precio, pero con un gran inconveniente: hizo un mogollón de paradas para ver diferentes templos, a los cuales los pasajeros bajaban a visitar muy alegremente. E incluso paramos para almorzar en el mismo pueblo donde está el Templo Shaolín. Lo que tenía que haber sido 3h. de viaje, se convirtió en 6h.. Me habían engañado como "a un chino"!!. Tuve que tragarme el cabreo porque nada iba a poder solucionar. Caminé hasta encontrar un lugar donde quedarme en el mismo pueblo y volver al bus a sacar mi mochila del maletero para volverla a dejar en la habitación. Ya había perdido más de medio día, que en estos momentos del viaje era indispensable que no sucediera inconvenientes. Me quedé en una habitación económica de una residencia de estudiantes, con 5 camas más donde había varios extranjeros.
Hasta aquí llegan cantidad de guaguas de viajes organizados, la mía era una de ellas, con miles de chinos, entusiastas extranjeros con la intensión de instruirse en artes marciales junto a alumnos locales, monjes y laicos budistas de peregrinaje, y viajeros curiosos como yo. Es un lugar de retiro remoto y a la vez romántico, por todo lo que conlleva el entorno, donde la sabiduría pasa de maestros a discípulos. Me encontraba bajo el Song Shan (1.512mts.), la más importante de las cuatro montañas sagradas del taoísmo, considerada como la montaña Central, en un sagrado alineamiento bajo el Cielo, pues simboliza la Tierra, unos de los 5 elementos que han formado el mundo. La leyenda dice que los taoístas han buscado a través de toda China armonizar esos cruciales elementos, encontrado en Héng Shan (Shanxi) madera, Héng Shan (Húnán) fuego, Tài Shan (Shandong) agua, y Huá Shan (Shaanxi) metal.
Hay muchas escuelas que se encargan de acoger a los alumnos, de todas las edades, la mayoría internos y con unos horarios muy rigurosos. Se los ve practicando en los patios, y en algunas salas actúan para los turistas a cambio de una donación. Los saltos son sorprendentes y los lentos movimientos que imitan los desplazamientos de aves o felinos, majestuosos. Maravilla la flexibilidad de los más enanos, que con 5 o 6 años ya destacan fascinantemente. Hay pequeños restaurantes, varias tiendas de víveres y regalos y, cerca del templo, fotógrafos, carritos de comida y algunos puestos con artículos para los visitantes.
Para
entrar en la zona de templos hay que pasar bajo una enorme puerta conmemorativa, abonar un ticket de entrada (42¥, a no ser que fuera estudiante, como les dije, para no pagar) y caminar hasta el templo (2kms) donde se encuentran: el Salón de los 4 Reyes Celestiales (Tianwangdian), ídolos responsables del comportamiento, de los problemas y de la bendición del pueblo; su puerta de acceso está vigilada por dos figuras de guerreros Vajra; l
Fuera del templo: el Cementerio de Pagodas del Bosque (Shàolín Talín) el más grande de toda China, pues comprende un conjunto de 230 pagodas de unos 15mts. de altura con las cenizas de altos dignatarios y monjes budistas; en el interior: algunos desde la dinastía Tang. Su forma y elaboración dependía del prestigio, del estatus y su talento budista alcanzados durante la vida; el Monasterio del Antepasado, construido por un discípulo de Dharma para conmemorarle los 9 años de meditación en la cueva como lugar de retiro al no ser admitido cuando llegó por primera vez al templo; y el Monasterio del Segundo Antepasado (Huike), quien se cortó su mano izquierda para demostrar sinceridad al estudio del Budismo de Dharma, y que ahora es un asilo de ancianos; las residencias transitoria de los monjes construidas durante la dinastía Ming; y el Templo Shaolin Wushu de Artes Marciales (Centro de Formación de Kung Fu). Este lugar es un escenario perfecto para practicar el auténtico Kung Fu Shaolín chino, que se ha estado ejercitando desde hace más de 1.500 años. El sistema fue inventado por Bodidharma para enseñar a los monjes métodos básicos para mejorar su salud y también defenderse. El Tong Zi Gong, realizado por adolescentes, es un tipo de arte marcial para desarrollar flexibilidad y fuerza.
Una interesante excursión es la escénica subida al Monte Shaoshi, 1.512mts. de recortado risco, cantidad de escalones tallados en la roca y atravesando un puente de cuerda por el cual se llega al templo alto.
Hay también una ruta corta al Pico Wurú Feng, 750mts. con unas fabulosas vistas sobre el pueblo.
.18/11 – Por la tarde cogí un minibús hacia Zhengzhou pero se detuvo en Dengfeng al no tener más pasajeros que yo, dejándome tirado en la estación. Y ahí me reventó muchísima rabia que había acumulado durante todo el viaje. Discutí acaloradamente con el chofer sin pensar en que casi seguro estaría acostumbrado a hacérselo a todos los pasajeros cuando no interesa continuar. Su excusa última fue que el vehículo estaba roto. Me devolvió el dinero, de mala gana, aunque realmente eso era lo menos importante para mí.
Nuevamente en busca de transporte para regresar subí en una más grande que se pegó casi una hora dando vueltas por el pueblo en busca de más pasajeros. Al final llegué al atardecer a la estación de tren de Zhèngzhou.
Amaneció con mucho frío, no tanto como en Shaolín, pero eso no me impidió merodear por la ciudad, ver a los paisanos pasar delante de las tiendas de moda con caras embelezadas, y algunos con caras de paletos señalando para mis sandalias y reirse, porque se habían dado cuenta que yo... no llevaba calcetines!!. Cosas de chinos!!.
De repente, comenzó a caer algunos copos de nieve y aproveché para pasear dentro de un centro comercial y calentarme un poco. Pero al salir, al cabo de un par de horas, me esperaba un amplio manto blanco de nieve que lo cubría todo. De vuelta, para recoger mis bártulos e ir a la estación de tren, al pasar delante de una peluquería vi algo en lo que no había caído hasta este día y es que, aunque la prostitución en China está prohibida, muchas tienen acondicionadas unas habitaciones para masajes donde las chicas la ejercen, al igual que sucede en algunos karaokes. Es el negocio encubierto que más dinero mueve en este país tan sibilino y retraído.
Siempre me ha gustado llegar un par de días antes a tomar los vuelos de vuelta a casa por los imprevistos que pudieran suceder a última hora. Mapa en mano, y aunque llovía algo, me dirigí a recorrer los lugares que me faltaban por ver la primera vez que estuve en esta ciudad, comprar algunos recuerdos, algo de música que había oído durante el viaje y cambiar los Yuanes que me iban a sobrar. Pero ni encontré lugar que vendiera Cd´s de música china tradicional, ni bancos que me quisieran cambiar, por lo que tendría que dejarlo para cuando pase la frontera.

