Mientras voy conociendo nueva gente en el trayecto de tren me doy cuenta que continúo teniendo problemas con el poco chino que he aprendido, ya que al ir cambiando de provincias todo se pronuncia completamente diferente, aunque se escriba igual. En fin, que tengo que volver a aprender a decir las pocas frases que sabía.
, una gran ciudad con unas encantadoras estrechas callejuelas con casas tradicionales de madera, de dos plantas, pequeñas tiendas de artesanía que han sobrevivido a la fiebre urbanística, hermosos templos, fantásticos
. Como tengo referencias donde dormir gracias a unos viajeros franceses que conocí en
, me dirijo al hostal recomendado.
Es bastante viejo, pero atractivo. Un tablón de anuncios expone mucha información que dejan escrito otros viajeros. Mientras me preparaban la habitación me dirigí a un cíber a controlar la meteorología en la zona; parecía que por aquí no iba a llover en muchos días y eso era bueno tenerlo en cuenta para los siguientes destinos.
A medio día cogí un bus dirección
Emeishan porque quiería ver el
Gran Buda sentado,
Dafo, el más grande del mundo, de
71mts. de altura y casi
30mts. de ancho, esculpido en el año
713 durante la dinastía
Tang en un risco de la montaña
Lingyun, junto al río. Me bajé en el cruce de entrada a la ciudad de
Leshan y esperé por otro que se dirigía a ella. Caía la tarde cuando llegué al embarcadero, por lo que tenía apenas un par de horas para organizarme. La decisión fue tomar la barcaza que pasa delante de la figura y hace varias paradas en la ribera, confluencia de los ríos
Dàdù,
Qingyi y
Mín, y una de ellas se produce bajo el gran
Buda. Es enorme, pero maravilla más por su tamaño que por la exquisitez de su confección. Es el
Buda Maitreya, “el del futuro”. De las fisuras producidas por el deterioro por el paso del tiempo crece vegetación, lo que le aporta un aspecto muy curioso. A sus pies hay dos guardianes de
8mts. de altura en el interior de un habitáculo, también esculpidos en el risco. Muchísimos, muchísimos chinos, haciendo cola para entrar en el recinto, al igual que subiendo y bajando por las escaleras talladas a los lados de la figura. A su derecha, en la parte superior de la montaña, se encuentra el
Gran Templo DafoSí que se llega por unos zigzagueantes escalones, tallados también en la pared, desde los pies. Con la puesta de sol y la rojiza iluminación que se produce el ambiente la visión es espectacular. Muchos fotógrafos como si de "paparazzis" se trataran se amontonaban en la orilla opuesta para hacer a ras del agua tomas muy interesantes.
Al anochecer la vuelta fue algo más caótica, ya que estuve dando muchas vueltas buscando alguna guagua que se dirigiera hacia
Chengdu, pero al final la pude coger. Al llegar a la estación, que estaba al otro lado de la ciudad, era completamente de noche y debía coger otra hacia el centro. El trayecto fue desconcertante pues no reconocía nada hasta que pasamos cerca de la plaza de la estatua de
Mao, y ya me pude situar.
En el hostal buscaban a un turista para compartir al día siguiente un mini-bus con otros cuatro para ir a la
Reserva de Investigación de Crías de Pandas gigantes (
Dàxióngmao Fánzhí Yánjiu Zhongxin), que está a
6kms. al norte de la ciudad, por unas carreteras abarrotadísimas de tráfico y saturada de polución. Desde
1990 se encargan de cuidarlos, y se pueden ver e incluso tocar. Allí viven
Pandas enanos marrones de la familia de los
mapaches y una docena de la familia de osos gigantes. Un hospitalito se encarga de la asistencia a las crías con problemas que se pueden observar a través de un cristal. En una amplia zona abierta les dan de comer ramas de bambú, y sentados van masticando las hojas. También son carnívoros. Fue un momento muy evocador.
Alrededor de mil
Pandas gigantes viven en libertad en
China formando una treintena de grupos en el norte de
Sichuan, y en las provincias de
Gansu y
Shaanxi. La conservación de los
Pandas es algo que preocupa mucho a los chinos. Aquella persona que sea descubierta haciendo daño o matando a uno corre el riesgo de ser ejecutado.
El Parque del Pueblo (
Renmin Gongyuan), es el lugar al cual suelen ir las familias los fines de semana para dar largos y relajantes paseos en cuyo interior, a orillas de un pequeño lago, se encuentra la más famosa, bella y apacible
Casa de Te con más de
300 años de antigüedad, situada en el centro del parque donde grupos de mayores charlan tomando unos inmensos vasos de te o jugando dominó. Los limpiadores de oídos continúan como hacen mil años acicalando las cavidades auditivas de sus clientes con sus finísimas varillas de metal. Al norte del mismo se encuentra el
Monasterio Wénshu Yuan (dios
de la Sabiduría), un gran complejo budista de la
dinastía Tang en cuya entrada hay pintado cuatro enormes guardianes, dos a cada lado; en su interior, diferentes salas o templos dedicadas al culto de
Maitreya (
Buda del futuro),
Sakyamuni y
Guayin (
diosa de la misericordia); en dependencias laterales se exponen reliquias budistas; y una casa de te muy activa perfecta para relajarse, leer el periódico o pasear agradablemente por la red de senderos entre la vegetación como hacen todos los días los visitantes.
El siguiente paso era ir en bus hacia el
Qingyáng Gong, el templo
taoísta más antiguo y extenso de
Chengdu. Su historia proviene desde
Lao-tsé, el alto monje taoista. Destaca su hermosa pagoda octogonal en el centro del recinto y diferentes representaciones en bronce de cabras en la parte trasera de las salas aparentando signos chinos zodiacales. Los animados mercados de flores, pájaros y peces, y los numerosos restaurantes al aire libre dan a la ciudad muchísima vida. Tenía dentro de mis planes la subida a la Montaña
Emei Shan, una de las cuatro más sagradas de
China para los budistas (se dice que
Lao-tsé vivió ahí en una encarnación mítica), donde hay cantidad de hermosos monasterios y templos. Como mínimo son tres días para disfrutar del entorno, pero no tenía ese tiempo en ese momento. Lo cambié por la subida a la Montaña
Huang Shan para realizar más adelante.
7/11 – Mi siguiente ruta sería la bajada del río
Yang-tsé en barco desde
Chogqing hasta
Yichang, una manera de alejarme unos días de los trayectos en tren o bus, conociendo ciudades de la ribera del río mas populoso de país, y visitando numerosas poblaciones de interés histórico y turístico ya que realiza diferentes paradas, considerando que en pocos años el gobierno chino terminará la
Gran Presa de las Tres Gargantas y muchas de ellas van a perderse bajo el agua. Y quiero ser testigo de algo que la mano del hombre va hacer desaparecer por iniciativa propia al intentar dominar a la mismísima naturaleza. Así que, en
guagua, me dirigí hacia el comienzo del crucero. No sin antes haber sufrido una tremenda ansiedad mientras circulábamos con un chofer que, con sus grandes gafas de sol ocultaba que se le cerraban los ojos a cada rato mientras yo, sentado en el asiento de enfrente, me lo estaba "gozando" todo. Fueron casi
4h. de incertidumbre. La misma por saber si llegábamos a tiempo de coger el barco que salía por la tarde.
Y la llegada a Chongqing fue espectacular. Aquí confluyen los ríos Jialíng al N. y Cháng al S. con el Yang-tsé formando un alto promontorio donde está construida esta rara y muy contaminada ciudad, centro comercial importante debido al intenso tráfico fluvial. Altísimos puentes colgantes y teleféricos pasan de un lado a otro del río, y cabinas de cables que bajan las larguísimas escaleras para alcanzar los embarcaderos. Y yo, sin saber exactamente donde me debía bajar pues paramos en la estación principal que está a varios kilómetros del centro. Y menos mal que me dio por preguntar al chófer, y éste me indicó con un extraño movimiento de mano (¡que yo sí supe interpretar!) que salíamos hacia la otra parte de la ciudad, que esperara sentado.
Perfecto!, estaba cerca de la zona donde me quería quedar. Nada más bajar, lo primero a realizar fue chequear los diferentes sitios que ofrecían los tickets del crucero por el río, y sus precios. Varias agencias se encargan de buscar el que más convenga al turista, pues los hay de muchos precios y categorías. Mientras almorzaba en un pequeño centro comercial frente a los embarcaderos, en uno de sus varios restaurantes populares, estudiaba las propuestas entre los dos que zarpan por la tarde. Tras comer un riquísimo huoguo (tazón de fideos, verduras y carne), especialidad de esta zona, y unos sha momó (momos), me decido por un ferry que parece no estar “muy deteriorado”. Parece “normalito”, y esto significa de los más económicos. Los precios depende de lo cómodo que se desee viajar, y por 270¥ lo hago en tercera, en habitación de 4 literas, durante dos noches/tres días.
Unas vueltas por la ciudad, pues hasta las 20:00 no salíamos, y me dirijo hacia la parte antigua, alzada sobre una alargada colina, que se caracteriza por sus viejos barrios de estrechos callejones, calles de mucha pendiente, y empinadas escaleras que trepan por la colina y dan a sus laderas un aspecto muy singular. Estas son las razones por las que no veo gente en bicicleta. Unas compras de avituallamiento en un supermercado para no comer las sorpresas que me pueda encontrar en el barco, y haciendo algo de tiempo charlando con las empleadas, que me enseñaron a contar con un
ábaco, la calculadora china de madera (
Suan Pan). Mira por donde!.
Tenía que estar tres horas antes en el embarcadero. La bajada la hice en coche-cable para evitar el mogollón de escalones y desde allí acceder al ferry que me correspondía. El que me correspondía parecía desde fuera un viejísimo hotel flotante, oxidado. La habitación la compartí con 6 chinos más, y parecían “de fiar”. Las paredes sucias y los baños, fuera, en el pasillo, espeluznantes, pero se puede orinar en él. Tampoco me voy a pasar el tiempo en estos lugares cuando las vistas desde la cubierta son realmente espectaculares. En 2ª clase es más de lo mismo, pero sólo hay 4 o 6 camas. En 1ª, un poco más cuidado, las literas son de madera. La sala del restaurante, muy bien cuidada, está en popa, tiene varias mesas y unos ventanales muy amplios, pero no había nadie comiendo. Casi todos se han traído de comer y se quedaban en sus camarotes.
En
1966 temiendo que se sublevara la burguesía, los dirigentes de la
Revolución Cultural prohibieron los viajes por el interior de país. En los años 60 y 70 los viajes estaban fuera del alcance de la mayoría del pueblo debido a sus bajos ingresos, pero hoy día con el relativo crecimiento del nivel de vida cada vez más chinos pueden visitar su país.
Avanzando lentamente sobre una inmensa masa de agua color ocre, con gran cantidad de remolinos, por ambas orillas se pueden observar las ciudades humeantes saturadas de feísimos edificios. Pero una vez en plena travesía todas esas feas imágenes van cambiando, aunque la chimenea del barco no paraba de vomitar constantemente mogollón de humo negro. La noche iba cayendo y yo seguía en cubierta, pensando todo lo que había hecho durante el día mientras, en la oscuridad, veía las luces de otros barcos y de más ciudades que íbamos pasando. Al regresar al camarote los chinos jugaban a las cartas, fumaban y escupían por la borda incesantemente.
A las 5:30 de la mañana unas voces de mujer avisaba por megafonía que nos debíamos levantar pues estábamos llegando a Fengdu, “la ciudad fantasma”, primera escala “turística”. En el pasillo, una tripulante vendía los tickets de entrada a los templos de los diferentes sitios que íbamos a visitar. Cuenta la leyenda que éste es el lugar del diablo. Antiguamente los barcos anclaban en el centro del río pues creían que en los templos de esta ciudad encantada habitaban fantasmas y podrían ser atacados.
Al adentrarnos en la ciudad, lo hacíamos a oscuras y todo parecía realmente fantasmagórico pues la tenue luz de los pocos faroles que quedaba mostraban las vergüenzas de una ciudad donde casi todos sus edificios han sido desocupados, muchos derrumbados o completamente vaciados de todo lo que podría ser reaprovechado o vendido, como los mismos ladrillos, hierros, puertas, ventanas, conductos o canalizaciones. Apenas permanecen en el lugar los comerciantes que ocupan algunas tiendas en la planta baja para servir al flujo diario de turistas que llegan, ya que la mayoría de sus residentes han sido trasladados a otros lugares debido a que el aumento del nivel de las aguas, no muy tarde, lo cubrirá todo. Al llegar a la base de la montaña
Ming Shan (
288mts.), donde se encuentra el santuario
Tianzi, cientos? miles? millones?... yo que sé!, sólo veía chinos amontonados por todos los lados. Todos circulan en filas siguiendo al hombre o mujer con banderines fluorescentes con escritura china, y muchos del mismo color. Pues me perdí entre tantas filas de caras parecidas. Aunque tenía pago la subida en teleférico a la cima de los templos, la “cola china” era tan desmesurada que preferí subir caminando los cientos de escalones mientras comenzaba a amanecer.
Varios templos de la dinastía Tang conservan un espeluznante grupo de estatuas, imágenes y esculturas de demonios y fantasmas dedicadas a Yingwang, dios del castigo, de las tinieblas, o del fuego eterno, y que aún se mantienen expuestos para la admiración o adoración. Según una creencia china el alma debe llegar hasta el final de ese pasaje fantasmal y el conseguirlo depende de esos entes diabólicos. Y cuando mueren llegan al templo del juicio donde los dioses decidirán el destino de sus almas: si vas al cielo o al infierno. Al otro lado de la montaña un hermoso Templo taoísta reunía igualmente a cantidad de gente. Originario de China, el Taoísmo es la religión que cree en el gran vacío. El principio de la filosofía china del YIN y del YANG se lleva practicando desde el s.III a.C., o posiblemente antes. Incluso logró sobrevivir a la Revolución Cultural de 1966 cuando el estado comunista abolió todas las religiones y cientos de templos fueron destruidos.
El yin y el yang se atraen y complementan entre sí y, como su símbolo lo ilustra, cada lado tiene en su centro un elemento del otro (representado por los pequeños puntos). Ninguno de los dos polos es superior al otro y, como el aumento de uno trae consigo la correspondiente disminución del otro, debe alcanzarse un equilibrio correcto entre los dos polos para lograr la armonía.
De vuelta al barco, sólo hacia falta seguir a la enorme muchedumbre para llegar al embarcadero de madera. Había otro barco más, circunstancia que hizo mucho más lento el acceder a las embarcaciones.
Dos horas de navegación y volvimos a detenernos en
Shibaozhai (
Fortaleza del Tesoro de Piedra), un pueblo bajo una enorme roca de
30mts. en la que se alza un templo de color carmesí que se remonta a la
dinastía Ping (
s.XVII), a la que posteriormente se le añadió un pabellón en forma de pagoda de madera de doce plantas para poder acceder al templo por las escaleras del interior. Los planes para salvarlo de la subida de las aguas
(175mts.) suponen la construcción de una muralla alrededor del pabellón, dos terceras partes de la cual se quedarían sumergidos. Nos dieron dos horas para la visita pero con una es más que suficiente. Lo han mantenido aún porque económicamente es un buen negocio. En varias mesas exponen artículos religiosos y monjes bendicen a cambio de algún dinero. Varios restaurantes bajo carpas de bambú y palmas ofrecen bebidas, comida y algunas tiendas venden muchos artículos chinos, máscaras grotescas de divinidades chinas, amuletos, prendas de vestir y "baratijas" diversas. Es divertido ver como esta gente se gasta el dinero con tanta facilidad y felicidad.
Nuevamente en el barco, sobre la cubierta al anochecer millones de estrellas iluminaban el cielo. La tranquilidad en el restaurante, donde no suele haber casi nadie, es apropiada para leer y escribir algunas cosillas. Pedí agua caliente para cenar un cuenco de fideos deshidratados que había comprado en el supermercado de Chongqing.
Al día siguiente, viendo amanecer sentado en cubierta, el espectáculo comenzaba. Un frío soportable era testigo de las espectaculares formaciones rocosas, acantilados, picos rodeados de niebla y restos de antiquísimos asentamientos. Las montañas adoptan formas fantásticas semejantes a dragones, monjes, ratas y muchas formas abstractas en un viaje atractivo también por el bullicio y la actividad que se despliega entorno al río día y noche.
El paisaje más espectacular comenzaba en el momento que alcanzamos la antigua ciudad
Fengjié, igualmente de más de
2.000 años, cuyas murallas casi intactas datan de la
época Ming y que marca la entrada occidental a las famosas
Tres Gargantas Sanxia. La primera (
Qutang) es la más corta pero impresiona por el conglomerado de montañas que el río ha ido quebrando con el tiempo formando un enorme canal de
8Kms. de largo y
50mts. de ancho, donde el agua fluye a gran velocidad. El efecto resulta imponente. Hasta las embarcaciones con capacidad para 300 personas parecen barquitos de juguete a través del desfiladero. Sobre la pared rocosa aparecen inscripciones en chino, conjuntos de perforaciones cuadradas que servían de soporte a maderos incrustados, donde se había trazado un sendero para que los pescadores arrastraran sus barcas hasta el río (
Escalera Mengliang); surcos hechos por las cuerdas que sujetaban los barcos; y unas grietas situadas en lo alto (
Garganta del Fuelle) donde la tribu
Ba depositaba sus ataúdes de madera para el descanso de sus almas. Seguidamente se encuentran las
Tres Gargantas Pequeñas,
Xiao SanXiá, una sección más estrecha y más temible que las demás, de escalofriante trayecto. No sorprende que en un país que es en gran parte plano estas gargantas, acantilados, picos y montañas fascinen a todos los chinos y a los visitantes extranjeros, pues con casi
1.800mts. de altura irradian absoluta magia y misterio.
Descendimos todos para subirnos a una vieja guagua que nos llevaría por una destartalada carretera hasta una orilla donde decenas de pequeñas barcazas esperaban para continuar el trayecto vadeando pequeñas ciudades completamente derruidas. Muchos de sus vecinos cargaban ladrillos en carruchas o transportaban hierros ya que todas las casas situadas debajo de la cota máxima de
175mts., también se verán ahogadas por la subida del agua. Y laderas cultivadas en terrazas donde los campesinos continúan trabajando hasta el último día. Son muchos aún los que todavía no han sido realojados en otra parte de la provincia.
En las 3h. de travesía tuvimos que descender dos veces por la peligrosidad del avance entre las piedras, torbellinos y la escasez de agua para navegar, y caminar por senderos empedrados donde grupos de habitantes no han querido desaprovechar la ocasión de ganar un dinerillo y han montado puestos de recuerdos del lugar. Nos detuvimos finalmente en unas cuevas. Todos pagaron para entrar y admirar una serie de templos y figuras y otros nos quedamos comiendo en unos de los puestos.
De regreso al barco pasamos por la segunda garganta, Wu Xia, más profunda, coronada por 12 picos con más de 900mts. de altura, cada uno con su leyenda, a lo largo de 40Kms. de extensión. El espectáculo natural es fastuoso.
Y la tercera
Xiling Xia, la más larga de todas con
76kms., se caracteriza por sus rápidos y serie de obstáculos en forma de 24 arrecifes (
Guimenguan), , rocas y cantos rodados y muchos impetuosos torbellinos. Se la considera de las más peligrosas y se divide en una multitud de gargantas más pequeñas, la última de las cuales, situada ahora después de la
Represa de las Tres Gargantas, revela en el recorte de la cadena de montañas la silueta, dicen, de un
Mao Tsé-Tung acostado. Esta última garganta apenas pudimos apreciar porque anochecía.
Fue un día muy completito, de extraordinaria experiencia, pero de amargura ya que en el momento que esté concluida, supuestamente en 2009, la represa tendrá 3kms. de longitud y 185mts. de altura. El nivel de las aguas por detrás de la represa alcanzará la cota de 175mts., creando una albufera con una extensión de 644Kms. y un ancho aprox. de 1,1Kms. que inundará 28.800 hectáreas de tierras agrícolas, que forzará definitivamente al desplazamiento de más de 1.300.000 habitantes de varias ciudades, 11 villas y 116 aldeas de la región. Destrozará todo el entorno quedando estas hermosas gargantas inundadas, algunas de las especies del río se extinguirán y muchos emplazamientos arqueológicos se perderán para siempre. En contrapartida, la represa producirá energía eléctrica para la mitad de China a partir de una fuente confiable, renovable y relativamente barata, con la consecuente reducción de la emisión de CO2 asociada a la quema de carbón de las centrales termoeléctricas.
Dicen que la Represa de las Tres Gargantas tendrá una capacidad inicial de 18.200 MegaWatios, que será posteriormente elevada a 22.400MW con un total de 32 turbinas generadoras de electricidad y una producción anual de 84.700 millones de MW. El costo total de la obra se estima en 25.000 millones de euros. Posiblemente, a partir de ahora, sus inundaciones que son de las más devastadoras del mundo no destruirán más ciudades ni pueblos. No hay duda que la presa salvará vidas evitando estas inundaciones, pero nadie conoce realmente cuáles serán las consecuencias. Una cosa sí es segura, la vida en el Yan-tsé nunca será la misma.
¿Y en el planeta? ¿Afectará tanta agua acumulada en un punto concreto al movimiento rotatorio y/o traslatorio de la tierra?
10/11 – A media noche el barco se detuvo en Yíchang y sobre la marcha cogí un bus dirección Wuhan, ya que el directo no partía hasta primera hora de la mañana y ese recorrido no es nada vistoso desde el río, ganando así un día. Aunque apenas pude ver desde la carretera las obras de la super-presa debido a la oscuridad y a la lejanía. Así y todo, la iluminación con la que trabajaban los operarios evidenciaba que era un gigantesco mamotreto.
A las 05:30 llegábamos a la estación N. en una noche realmente fría, y gracias que encontré abierto un bareto donde pude tomar unos churros con soja caliente, me dio una excelente tregua hasta la apertura de sus ventanillas. Pero, desventuradamente, no había plaza en el tren hasta tres días más tarde, por lo que tuve que coger un taxi hacia la estación de bus y desde allí una guagua hacia Tangkou, que casualmente salía en 15 minutos. Perfecto. Sólo me quedaba 11h. de trayecto para alcanzar una de las montañas más sagradas de China. Una corta parada en Túnxi, famosa por sus "comercios medicinales", los cuales han evolucionado a partir de las hierbas que crecen en las afueras de la ciudad, con tiendas tradicionales de hace más de 150 años. Y continuamos rumbo Huang Shan, uno de los lugares más bellos del país. En el trayecto se sentó a mi lado el hijo del dueño del hotel que precisamente me quería quedar. Negociamos el precio durante el trayecto y me pareció correcto lo que me ofrecía. Entre los asientos centrales de la guagua se encontraba sentada Hu, una muchacha china-canadiense que iba al mismo lugar que yo. En una de las paradas, tras hablar con ella le pareció estupendo compartir conmigo una habitación con dos camas por 20¥ c/u. Dejamos allí los bártulos y nos dedicamos a pasear por los alrededores.
Al día siguiente
Hu subió a la montaña para estar tres días en ella, mientras yo continuaría paseando por este mal cuidado pueblo mientras me atemperaba después de tantas horas de carretera, realizando algunas compras, entre ellas dos mapas de la zona para llevar al pateo que haría al día siguiente. El mercado es pequeño y desordenado y la parte nueva no encaja con las viejas casas que hace del lugar una extraña mezcolanza arquitectónica. Varios puentes sobre el pequeño
río Tahoua, que ahora está seco, hace igualmente un chocante contraste, y de fondo la franja montañosa de
257kms. de largo, con el sugerente pico de la monte
Lianhua Feng (
Flor de Loto) de
1.864mts. de altura. Bajo él hay otros
71 picos y una zona de fuentes termales cuyas aguas, dicen, son medicinales y ricas en minerales.
A las 7 de la mañana del siguiente día un bus me esperaba en la puerta del hostal, con otros 10 pasajeros para salir hacia la base
HuángShan Mén (
Montaña Amarilla). Hay que abonar
82¥ para acceder, pero los estudiantes sólo pagan
65¥, por lo que entregué mi DNI, como si fuera mi carné universitario, pues podría dar el pegue ya que esta gente no comprenden español… Tras unos minutos de “investigación”, me lo devuelven con la entrada a precio reducido. Normal, si apenas entienden inglés, menos entenderán español, pensé.
La carretera continúa unos kilómetros hasta
Ciguang Gé (
Templo de la Luz de la Misericordia) y desde allí sube un teleférico en la parte
O. hasta la cima. Me propuse hacer un circuito de ascensión empezando por el
E. y bajar por el
O. al siguiente día. A unos pocos metros a la derecha comienza el escalonado camino, que es más corto pero más duro y empinado, atravesando pintorescos picos rodeados de espesa arboledas, pinos, vegetación, abismos y altísimas pendientes, y conecta con la senda del
Teleférico del Templo del Valle de las Nubes, que sube directamente hacia el mirador
Qingliáng Tái (
Terrazas Refrescantes) que posee las mejores vistas, al amanecer, sobre las Montañas
Shizi Feng (
Picos del León),
Houzi Guanhai (
Mono Asomado al Océano), al de los
Estanques de los Nueve Dragones, o al hermoso
Pino retorcido
Mengbi Sheghua (
Flores que surgen de un Pincel al Soñar). Me tuve que detenerse en varias ocasiones para coger resuello, dejar pasar porteadores que, con una caña de bambú a sus espaldas, cargan muchos kilos de diversos artículos; o para admirar las maravillosas vistas que crea todo el entorno y los miles de pinos que se retuercen como
Bonsáis gigantes. El aire era cada vez más frío y las nubes iban tapando las montañas en ocasiones. Una vez alcanzado la base final del teleférico, y creo que había subido unos.... ¿20.000 escalones?, muchos chinos se amontonaban a la entrada y salida, comenzando el otro derrotero por los alrededores.
En el gran rellano central una deteriorada cancha de básquet me sirvió de lugar improvisado para el almuerzo, mientras controlaba el entorno y pude observar que, algo esparcido, había varios lujosos hotelitos que dan cobijo a los cientos de turistas chinos que pululaban por todos los lados. Y como siempre, soy el único “de fuera” y, por supuesto, centro de atención. Mientras caminaba por sus senderos, el dueño de un pequeño refugio de madera con compartimentos en la que ha instalada una serie de literas “económicas”, vino a mi encuentro y me ofreció cama primeramente por 90¥, pero al final me lo bajó a 70¥ porque ser "estudiante". Al tener conocimiento que el precio de las habitaciones en los hoteles están a 150¥, o la doble a >700¥, opté por la litera económica sobre la marcha. Precisamente un viajero me había recomendado ese lugar pero debía buscar al dueño… entre cientos de caras iguales!.
Junto a mi se quedaban cuatro turistas más, uno de ellos francés. Dejé la pequeña mochila que llevaba y comencé a visitar los alrededores. Desde diferentes miradores abarrotados de chinos con abrumadoras vistas de picos de montañas con pinos retorcidos sobre espesas nubes blancas, solitarios montes como el
Danxia Feng (
Pico de las Nubes Púrpuras) que, aunque no es tan espectacular, la soledad de ese lugar es idónea para reposar apartado de todo ruido. Lindantes se encuentran diferentes montañas con nombres llamativos como el
Doble Pino, o la de
los Enamorados, al que han colocado cadenas para que las parejas sellen su amor mediante candados colgados en ella y enlazados entre sí, hasta muchos cruces de senderos que circundan espacios muy pintorescos. A las 5 de la tarde tiritaba de frío, y a las 7 ya estaba metido en la cama. Aunque la noche fue muy fría, ayudó un poco a calentar el habitáculo las respiraciones de los 5 que ahí dormíamos.
Al día siguiente nos levantamos a las 05:45 para ver amanecer. Yo opté por subir al Danxia Feng (1.700mts.), otros al abarrotadísimo Beihai, pero había mucha neblina y apenas se pudo ver el sol salir. Tras desayunar continué la ruta que me faltaba por recorrer en la vertiente O. hacia la montaña Guangmíng Ding (Luminosa Cumbre), el monolito flotante Feilái Shí con una extraordinaria panorámica y el Parque Forestal de Pinos que cubre altísimas montañas de suaves caídas. Que vistas tan espléndidas se obtienen desde los balcones de madera colgantes en el abismo de los acantilados y las diferentes travesías escalonadas talladas en las rocas.
Puedo entender porqué a lo largo de 30 generaciones miles de pintores han llegado aquí para plasmar con sus pinceles el encuadre perfecto entre el juego fugaz de las nubes y las sombras de las cumbres, al igual que muchos poetas que dibujan con palabras. O peregrinos en busca de lo sagrado y ermitaños de la inspiración, entre pinos, cataratas y fuentes termales de estas altas montañas. Y hoy día, más de un millón de personas se acercan cada año a visitarlas. Al observar que las nubes no se disipaban, a medio día decidí tomar el camino de regreso por la vertiente O., con sus 15Kms. de escalonada bajada, atravesando hermosísimos pasos entre las montañas y muchos miradores. Pero cuando llevaba algo menos de media hora bajando se oyó un enorme jadeo en el vacío, y es que comenzaron las nubes a descender, apareciendo los primeros picachos como islotes flotando sobre un blanco mar de nubes. Vaya casualidad. Esta vez no lo pude gozar desde más altura. Algo más abajo, ascendí a la montaña sagrada Lianhua Feng (Flor de Loto), 1.864mts., conocida por sus buenos augurios, con sus cadenas llenas de candados que enganchan entre sí los enamorados. Por 10¥ recibí una medalla con mi nombre “como premio” por subirla. Las vistas fueron nulas, ya que estaba completamente envuelto en el blanco opaco de las nubes. Luego, el camino conduce hacia la espectacular montaña de granito "de los enamorados", Tiandu Feng, famosa también por los candados encadenados y por su largo y extenuante camino marcado por cientos y cientos de escalones tallados en su costado, pero estaba cerrada desde hacía bastante tiempo por reparaciones ya que varios peregrinos habían fallecido al caerse por sus laderas.
Retomando nuevamente la serpenteante bajada, volvió a ponerse todo un blanco manto de nubes por lo que otra vez las vistas volvieron a ser espectaculares.
Pasando por lo que antes era el Templo BanshanSí (de la Media Montaña), ahora hotel y restaurante, el Templo Ciguang Gé (de la Luz de la Misericordia), la base del teleférico, se acaba el trayecto en el área de las fuentes termales. Cruzando el río Tahoua por un antiguo puente de piedra y tomando la carretera paralela a él se llega en media hora, haciendo algunos cortes de caminos, hasta Tangkou.
Al anochecer llegó Hu al hotel. Estuvimos un buen tiempo contando todas las anécdotas vividas mientras cenábamos.
14/11 – Al siguiente día viajaba nuevamente las 11h. en guagua que dura el trayecto hasta Wuhan y desde allí conectaría por la noche vía tren (6h.) rumbo a Zhèngzhou, para detenerme durante un día ya que quería visitar el río HuangHé y me pareció suficiente. Las estaciones de tren suelen tener control de seguridad de equipajes. Las líneas cubren prácticamente todo el país, con una puntualidad exquisita, y en los largos recorridos hay coches con cama y literas. No es necesario comprar la comida que hacen en el tren porque en los andenes hay gente que las venden en cada parada que se hace. Tienen grifos de agua caliente que los pasajeros aprovechan para llenar sus teteras. La bebida nacional es el agua con "un poco de té", aunque se le haya echado cien veces agua, pues al chino no le gusta el sabor del agua en sí, por eso siempre le dan "gusto". También se utiliza para hacer sopas calientes con las pastas deshidratadas de paquete que se venden en todos los lugares. Mucha gente compra billetes sin asiento reservado, y en algunas estaciones se puede contemplar el estremecedor espectáculo de ver a cientos de personas pesadamente cargadas corriendo por el andén en busca de asiento en los vagones, así como la feroz lucha por entrar al mismo.
Nada más llegar a primera hora de la mañana la misión era conseguir, de una vez por todas, comprar un billete de tren de vuelta a Hong Kong. Lo intenté en dos ocasiones en Wuhan pero no me lo vendían desde aquella estación de tren. Es necesario hacerlo siempre, como mínimo, con tres o cuatro días de antelación, pues de otra manera no lo venden. Aún así, lo único que conseguí fue comprarlo hasta Guanzhou (341¥, en vagón-cama). Bueno, al menos con él en mano ya podía planificar mucho más relajado el resto de las rutas. La vuelta sería para el día 18 desde Zhengzhou.
Dejé la mochila en el hotel que, precisamente, está a pocos metros de la salida de la estación y allí cogí una guagua hacia el N., dirección a una de las orillas del Río Amarillo, cuna de la Civilización China, que baña nueve provincias y regiones autónomas, y que desde pequeño, al estudiarlo, me atrajo extraordinariamente. Deseaba verlo, y lo he conseguido. Es para mí como una peregrinación musulmana a la Gran Piedra, al menos una vez en la vida. Sobre todo sabiendo que tiene un futuro incierto, ya que desde 1985 el cauce del río se ha secado, al menos, una vez cada año, y en 1997 su desembocadura no vio una gota de agua dulce en 226 días, períodos de sequía que se han alternado con decenas de crecidas en este último siglo cambiando su curso y desembocadura en numerosas ocasiones, alterando cultivos y vidas, originando también graves pérdidas económicas y humanas.
Los procesos tectónicos terrestres en la meseta Qinghai-Tíbet propician la progresiva elevación en cadena de la Montaña Helan y de la planicie de Yinchuan, empujando de esta manera el curso del río hacia el E., y que ya se ha desplazado 2,7Kms. a su paso por la provincia occidental de Ningxia entre 1998 y lo que va de año. Los científicos, además, temen que el curso fluvial desaparezca a raíz de sus prolongados períodos de sequía. Al parecer, este desplazamiento del segundo río más largo de China, con más de 5.400kms. de longitud, ha tenido lugar de manera ininterrumpida durante los últimos 800.000 años.
Para acceder a la zona más abierta al río hay que pasar un control del gobierno y pagar 25¥ para llegar hasta él. De saberlo, lo hubiera esquivado por otro lado. Pude comprobar su mansa apariencia, pero de asombroso poderío fluvial, caminando sobre su gruesa capa de lodo, un sedimento extremadamente elástico que se acumula en sus orillas, y tocando su agua, la más densa del planeta, debido a la enorme cantidad de loess (sedimento eólico) que se desplaza procedente de los valles de las tierras altas y que hace fértiles las tierras que riega. Dicen que un metro cúbico de agua puede llegar a contener 37kg. de ese polvillo. Es tan ancho en esta parte que apenas se ve la gente al otro lado. Varias embarcaciones esperan varadas en la orilla por la llegada de pasajeros para llevarlos a sus diferentes poblados. La vida aquí se realiza muy pausadamente.
De vuelta a Zhèngzhou un paseo por el precioso parque del pueblo (Rénmín Gongyuán) hasta que anocheció, con una temperatura había bajado hasta los 5ºC.
Apenas había movimiento de gente por la estación. Los puestos han recogido, porque mañana será otro día de interesante movimiento.
16/11 – Ya sólo quedaba mi último destino "significativo", el pueblo donde se encuentra el famoso Monasterio Shaolín, mítico lugar para mí, pues en la década de los setenta se filmó una exitosa película, protagonizada por David Carradine, Kung Fu. Quizás me influyó más las filosóficas conversaciones que el protagonista, (un joven chino-americano, criado y formado en Shaolín, que viajaba a través de EE.UU. en busca de un familiar), recordaba haber mantenido con su anciano ciego, y sabio maestro, que aquellas acciones en las que ponía sus conocimientos de artes marciales adquiridos al servicio de la defensa de los oprimidos.
A las 7 de la mañana debería coger un bus directo a Shaolín Si (Pequeño Bosque) ya que el día anterior había estado preguntando en la estación y apenas sabían con seguridad. Si les hubiera dicho Denfeng, un pueblo que se encuentra en el cruce, a escasos 5kms., me hubieran dicho que hay muchos que van allá. Pero así es el raciocinio de los chinos!. Y también me culpo, por mi incapacidad de predicción. En el hotel me dijeron que era mejor coger un mini-bus que salía a las 08:00 y que era más rápido. Les hice caso... y me jodí. Al mismo precio, pero con un gran inconveniente: hizo un mogollón de paradas para ver diferentes templos, a los cuales los pasajeros bajaban a visitar muy alegremente. E incluso paramos para almorzar en el mismo pueblo donde está el Templo Shaolín. Lo que tenía que haber sido 3h. de viaje, se convirtió en 6h.. Me habían engañado como "a un chino"!!. Tuve que tragarme el cabreo porque nada iba a poder solucionar. Caminé hasta encontrar un lugar donde quedarme en el mismo pueblo y volver al bus a sacar mi mochila del maletero para volverla a dejar en la habitación. Ya había perdido más de medio día, que en estos momentos del viaje era indispensable que no sucediera inconvenientes. Me quedé en una habitación económica de una residencia de estudiantes, con 5 camas más donde había varios extranjeros.
Hasta aquí llegan cantidad de guaguas de viajes organizados, la mía era una de ellas, con miles de chinos, entusiastas extranjeros con la intensión de instruirse en artes marciales junto a alumnos locales, monjes y laicos budistas de peregrinaje, y viajeros curiosos como yo. Es un lugar de retiro remoto y a la vez romántico, por todo lo que conlleva el entorno, donde la sabiduría pasa de maestros a discípulos. Me encontraba bajo el Song Shan (1.512mts.), la más importante de las cuatro montañas sagradas del taoísmo, considerada como la montaña Central, en un sagrado alineamiento bajo el Cielo, pues simboliza la Tierra, unos de los 5 elementos que han formado el mundo. La leyenda dice que los taoístas han buscado a través de toda China armonizar esos cruciales elementos, encontrado en Héng Shan (Shanxi) madera, Héng Shan (Húnán) fuego, Tài Shan (Shandong) agua, y Huá Shan (Shaanxi) metal.
Hay muchas escuelas que se encargan de acoger a los alumnos, de todas las edades, la mayoría internos y con unos horarios muy rigurosos. Se los ve practicando en los patios, y en algunas salas actúan para los turistas a cambio de una donación. Los saltos son sorprendentes y los lentos movimientos que imitan los desplazamientos de aves o felinos, majestuosos. Maravilla la flexibilidad de los más enanos, que con 5 o 6 años ya destacan fascinantemente. Hay pequeños restaurantes, varias tiendas de víveres y regalos y, cerca del templo, fotógrafos, carritos de comida y algunos puestos con artículos para los visitantes.
Para entrar en la zona de templos hay que pasar bajo una enorme puerta conmemorativa, abonar un ticket de entrada (42¥, a no ser que fuera estudiante, como les dije, para no pagar) y caminar hasta el templo (2kms) donde se encuentran: el Salón de los 4 Reyes Celestiales (Tianwangdian), ídolos responsables del comportamiento, de los problemas y de la bendición del pueblo; su puerta de acceso está vigilada por dos figuras de guerreros Vajra; la Sala Mahavira (Daxiongbaodian), un complejo para importantes celebraciones y rezos, y que uno de sus mayores tesoros son los frescos de 18 Arhats (dioses budista) pintados en 1828, que muestra a los ancianos monjes en posturas clásicas de lucha; diferentes Budas, imágenes del monje hindú Dharma (Bodhidarma ó Da mo), fundador del budismo Zen chino. Todos sus pilares son Leones de piedra de más de un metro.
Fuera del templo: el Cementerio de Pagodas del Bosque (Shàolín Talín) el más grande de toda China, pues comprende un conjunto de 230 pagodas de unos 15mts. de altura con las cenizas de altos dignatarios y monjes budistas; en el interior: algunos desde la dinastía Tang. Su forma y elaboración dependía del prestigio, del estatus y su talento budista alcanzados durante la vida; el Monasterio del Antepasado, construido por un discípulo de Dharma para conmemorarle los 9 años de meditación en la cueva como lugar de retiro al no ser admitido cuando llegó por primera vez al templo; y el Monasterio del Segundo Antepasado (Huike), quien se cortó su mano izquierda para demostrar sinceridad al estudio del Budismo de Dharma, y que ahora es un asilo de ancianos; las residencias transitoria de los monjes construidas durante la dinastía Ming; y el Templo Shaolin Wushu de Artes Marciales (Centro de Formación de Kung Fu). Este lugar es un escenario perfecto para practicar el auténtico Kung Fu Shaolín chino, que se ha estado ejercitando desde hace más de 1.500 años. El sistema fue inventado por Bodidharma para enseñar a los monjes métodos básicos para mejorar su salud y también defenderse. El Tong Zi Gong, realizado por adolescentes, es un tipo de arte marcial para desarrollar flexibilidad y fuerza.
Una interesante excursión es la escénica subida al Monte Shaoshi, 1.512mts. de recortado risco, cantidad de escalones tallados en la roca y atravesando un puente de cuerda por el cual se llega al templo alto.
Hay también una ruta corta al Pico Wurú Feng, 750mts. con unas fabulosas vistas sobre el pueblo.
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18/11 – Por la tarde cogí un minibús hacia Zhengzhou pero se detuvo en Dengfeng al no tener más pasajeros que yo, dejándome tirado en la estación. Y ahí me reventó muchísima rabia que había acumulado durante todo el viaje. Discutí acaloradamente con el chofer sin pensar en que casi seguro estaría acostumbrado a hacérselo a todos los pasajeros cuando no interesa continuar. Su excusa última fue que el vehículo estaba roto. Me devolvió el dinero, de mala gana, aunque realmente eso era lo menos importante para mí.
Nuevamente en busca de transporte para regresar subí en una más grande que se pegó casi una hora dando vueltas por el pueblo en busca de más pasajeros. Al final llegué al atardecer a la estación de tren de Zhèngzhou.
Amaneció con mucho frío, no tanto como en Shaolín, pero eso no me impidió merodear por la ciudad, ver a los paisanos pasar delante de las tiendas de moda con caras embelezadas, y algunos con caras de paletos señalando para mis sandalias y reirse, porque se habían dado cuenta que yo... no llevaba calcetines!!. Cosas de chinos!!.
De repente, comenzó a caer algunos copos de nieve y aproveché para pasear dentro de un centro comercial y calentarme un poco. Pero al salir, al cabo de un par de horas, me esperaba un amplio manto blanco de nieve que lo cubría todo. De vuelta, para recoger mis bártulos e ir a la estación de tren, al pasar delante de una peluquería vi algo en lo que no había caído hasta este día y es que, aunque la prostitución en China está prohibida, muchas tienen acondicionadas unas habitaciones para masajes donde las chicas la ejercen, al igual que sucede en algunos karaokes. Es el negocio encubierto que más dinero mueve en este país tan sibilino y retraído.
19/11 – Nuevamente en la estación de tren de Guanzhou, y esta vez habiendo descansado lo suficiente, tras el viaje de 14h. en un compartimento bastante limpio de 2 literas de 6 camas de un moderno tren. Cerca hay un hotel económico donde cogí una habitación con baños en el exterior (118¥) para hacer noche, y partir al día siguiente a Hong Kong. Siempre me ha gustado llegar un par de días antes a tomar los vuelos de vuelta a casa por los imprevistos que pudieran suceder a última hora. Mapa en mano, y aunque llovía algo, me dirigí a recorrer los lugares que me faltaban por ver la primera vez que estuve en esta ciudad, comprar algunos recuerdos, algo de música que había oído durante el viaje y cambiar los Yuanes que me iban a sobrar. Pero ni encontré lugar que vendiera Cd´s de música china tradicional, ni bancos que me quisieran cambiar, por lo que tendría que dejarlo para cuando pase la frontera.